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Channel: con la luz de mi cocina
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DANESA Y SIRENA, bollería hojaldrada

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Sirena.
Hace tiempo que no publico nada de masa de bollería. Pues hoy os dejo dos divertidas formas para preparar los dulces. Si no queréis perder el tiempo haciendo la masa de bollería o la masa hojaldrada, se pueden hacer con hojalde, una lámina del que se vende comercializado vendría bien. Pero claro, el sabor ni se le puede comparar. Os dejo el paso a paso hecho por Juanma, nuestro profesor, en los cursos del año pasado. La sirena es un poco más enrevesada, pero no difícil. La danesa, muy fácil. Animaros.
Danesa.

Un poema de María Rosa Serdio, hoy, día Internacional de la mujer:


HOGUERAS EN LA NOCHE



Al amor del fuego y la palabra.
Al amor del secreto compartido, 
crecen las mujeres.
Al calor de la brasa de la hermana,
a la vera del consejo de la abuela,
florece el canto de la tierra.
Con la luz que revuelve las entrañas,
en el manto que cubre las preñeces, 
se alberga el sonoro tambor de la esperanza.
Donándose las cuentas del hechizo,
al sumarse a las penas y a las lágrimas,
siendo hermanas desde el fondo de la tierra, 
animan las semillas, 
aceleran los vientos, 
amainan las mareas.
Es la vecina quien sabe de tu piel y tus dolores
porque ha traído al mundo a tus quimeras,
porque, desde siempre, ha guardado tus secretos,
porque te mira y sabe porque habita
en tu misma conciencia.
¡Celebremos, pues, a quienes SON nosotras
porque donde hay una mujer,
se abre la tierra entera.

María  Rosa Serdio

Para la sirena





Necesitamos:



Elaboración:
Se estira la masa hasta dejarla fina, de unos 4-5 milímetros de espesor. Cortamos cuadrados de 10-12 centímetros de lado. Los colocamos en la bandeja de horno, sobre papel. Se doblan al medio, en forma de pañuelo,  Se hacen unos cortes en los vértices hasta llegar al medio, de 1 centímetro de ancho. 
En el vértice que no hicimos corte, dejando 1 centímetro de separación con el corte anterior, hacemos otro corte del mismo ancho, en forma de ángulo, como se aprecia en la foto. Abrimos.
Os muestro en la primera fotografía el pliegue para ver mejor la posición en el que tienen que ir los cortes. Pincelamos con huevo batido todo el cuadrado y juntamos las cuatro esquinas en el centro.
 Pegándolas bien, apretando con los dedos hasta que queden bien agarradas a la parte de abajo de la masa. En este caso, la masa se escapó en la cocción y no dejó esos huecos que se ven el la forma, después de cocida. El motivo: demasiado tiempo fermentando.
Ponemos un botón de crema pastelera encima, en el centro y sobre ella, una cereza confitada. Dejamos que leve, pero que no hasta que doble su volumen, pincelamos con huevo y cocemos en horno precalentado, a 200º-220º, unos 10-15 minutos, depende del horno.
Una vez fría, pincelar con gelatina o mermelada. Se puede poner fruta fresca, en frío y suprimir la cereza.

Para la danesa




Necesitamos:


Elaboración:
Se extiende la masa y se deja fina, de unos 4-5 milímetros de espesor.  Hacemos cuadrados de unos 10-12 centímetros de lado. Los colocamos en la placa del horno, sobre papel. Pincelamos con huevo batido el centro del cuadrado.  Doblamos las esquinas del cuadrado hacía el centro.

Las pegamos bien apretando con los dedos en el centro. En el centro, también, ponemos un poco de crema , con la manga pastelera para que quede en forma de botón. 
Ponemos arriba una cereza confitada o medio melocotón en almíbar. Dejamos que fermente la masa, pero no la dejamos mucho tiempo, no tiene que aumentar el doble. La dejamos más tiempo, por horarios de clase, y quedó demasiado inflada.

Horneamos a temperatura fuerte 200º, en horno precalentado -220º. Necesitan 10-15 minutos de cocción, depende del horno.  Pincelamos en frío con la gelatina o la mermelada.

NOTA: La gelatina de manzana es muy fácil de hacer, os recomiendo el paso a paso de Belén.

¡¡¡QUE VOS PRESTEN!!!


CRESTA Y PLEGADO CON CREMA: bollería hojaldrada

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Plegado con crema.
Estos días apenas tengo tiempo para poder estar en vuestras cocinas, ni en la mía. Aprovecho para publicar estos dulces que tenía guardados del curso. Quisiera no aburriros con tanta bollería, pero me apetece poner las diferentes formas de presentarla. Yo disfruté mucho con ello. Aún tengo pendiente también la publicación de las fotos del Festival del Oricio, espero poder hacerlo pronto. Besinos a todos.
Cresta.

Un texto de A. G. Ovies.

ALBACEA DE NOSOTROS




Cuando la primavera no pueda volver ya, que alguien grite cómo eran estos campos a mediados de marzo, cuando el sol se apasiona y en la luz se desgrana un estremecimiento parecido al amor y sus deseos. Que alguien lea en voz alta el gozo de los pájaros al despertar el día y disperse los nombres de los frutos primeros. Que alguien pose la púrpura del pruno y los cerezos en las formas del aire y declame el aroma de la paz que el manzano encomienda a sus flores. Que se escuchen el oro y la fosforescencia de las prímulas nuevas y en los caminos vibren ecos del labrantío y del estiércol.

Que alguien lleve alegría a los condados cuando no sea posible que broten los sanjuanes, el laurel y el saúco; cuando sea impensable que aniden los jilgueros. Y escriba el centelleo del agua que desciende de las cumbres nevadas todavía. Y divulgue el chasquido del espino bajo el calor intenso. Que no dejen de oírse las verdades que ahora enuncian los pinares ni las vastas metáforas de la mar desbocada. Ni el horizonte tímido, con su idioma quimérico. Ni callen los galopes del nordeste intranquilo ni el alto pentagrama de las aves que vuelan, exhaustas, desde Túnez. Ni el rebaño lozano que pasta el césped tierno.

Cuando no nazcan rosas porque ha muerto la estirpe de las rosas que no falten adverbios encarnados que testimonien siempre su prestancia. No se ausenten del todo ni el alivio del lirio ni el cardo solitario ni el mentol del romero. Ni las inestimables miniaturas que puntean la belleza: la violeta, el hisopo, las malvas, las espuelas, el llantén, las verónicas, el trébol y el eléboro. Que algún propagador se pronuncie albacea de la serenidad de aquellas tardes de grillos pertinaces y cielo inmenso. Y pueda referir la miel que aún respiro cada vez que lo evoco y lo siento tan lejos.

Que insista siempre alguien, que alguien preconice el esplendor ingente que iluminó estos siglos, que reincida alguien en tanta perfección, en tan gran libertad y en tanto menosprecio. Que no se hunda el firme de tanta exactitud, que no desaparezcan los atlas de la niebla ni el nácar del rocío ni el clima saludable ni sus muchos linderos. Que exalten la pureza de lo que no intentamos mirar con obediencia, de lo que no quisimos querer con lealtad, de lo que no supimos respetar con respeto.



Para el plegado con crema necesitamos:





Elaboración:
Se extiende la masa hasta dejarla lo más fina posible. Se corta en cuadrados de unos 10-12 centímetros de lado. Se doblan por la mitad y se hacen unos cortes por los lados  del triángulo que quedan con dos capas de masa. Se llega cortando hasta unos 2 centímetros antes del final.
Se estira un poco la masa para poder separar las tiras que se cortaron y se abre el cuadrado. Se pinta con huevo batido, bien extendido.
Se doblan las tiras, invirtiendo la posición, de manera que queden formando un perfecto ángulo.
Se pone en el interior unos cordones de crema pastelera y se decora con una cereza en almíbar. Se espera un tiempo hasta que aumente menos del doble el volumen, se pinta con huevo y se cuece a horno fuerte, 200º-220º. en horno precalentado. Unos 10-15 minutos.
Una vez frío el pastel, se pinta con gelatina de manzana o mermelada cocida y colada.
Para la cresta, necesitamos:



Los mismos ingredientes que para el anterior , menos las cerezas confitadas.
Se hacen rectángulos de la masa bien estirada, de 12 centímetros de ancho y el largo que se quiera. Se le pone un cordón doble de crema pastelera, en la parte más larga, a unos 3-4 centímetros del borde, se enrosca con media vuelta y se pincela el resto del interior de la masa, para que no se abra al cocer.
Se termina de enroscar y se forma así un rulo. Se corta en trozos de 10-12 centímetros, se hace un corte sesgado en uno de los laterales de cada rulo y se le dan varios cortes, también sesgados , pero sin llegar al final del cilindro. De llega hasta un centímetro antes, más o menos.
Se termina de cortar y se enrosca el cilindro cortado dándole  una forma redondeada. Se procede igual que con el anterior, 

Una vez frío, se pincela también de la  misma manera. Perdón por las fotos, alguna está hecha con el móvil y tienen una calidad muy mala.

¡¡¡QUE VOS PRESTREN!!!

TARTA DE CREMA QUEMADA Y MAZAPÁN

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Sorprende lo fresca que resulta.


Hoy os dejo una tarta para cuando tengáis un poco de tiempo, no es nada difícil, pero necesita varios pasos y enfriados. Merece la pena, al final tiene una textura deliciosa y  un sabor muy rico. Ideal para un cumpleaños, que bien merece la pena el esfuerzo.  A ver qué os parece.
Muy vistosa y de un sabor suave.


Un poema de A. G. Ovies.


 En la boca del alma



banugues-verdicio.jpg
De Bañugues a Verdicio, 01-08-10

                                                                                                           

          Como otra tarde más

                               caída

                               de los dominios

                               de la costumbre,

                               habito aquí,

                               bajo este sol

                               que ya se apaga,

                               el canto de algún pájaro

                               a lo lejos,

                               y un poco de jazmín

                               en la solapa

                               de la habitual melancolía.

                               Aquí,

                               siempre

                               la noche

                               y esos negros caballos

                               sospechosos

                               que beben en mi ser

                               tan mansamente,

                               pero no tornarán

                               a la sed que me dejan.

Para la tarta de crema y mazapán, necesitamos:

Detalle de la decoración


Elaboración:
Hacemos el bizcocho base y lo partimos en dos a lo largo.
Preparamos la crema pastelera y la colocamos en una manga pastelera resistente el calor,  hasta que se enfríe
Preparamos el almíbar y lo dejamos templar.
Preparamos el mazapán y lo dejamos enfriar.

Ver preparación aquí de la masa de mazapán, 

Colocamos sobre la bandeja de servir la mitad del bizcocho y lo calamos bien con el almíbar templado. Cubrimos con rulos de crema pastelera, en este caso con boquilla rizada, pero no hace falta ponerla si no queréis decorarla luego con la misma. La espolvoreamos bien con azúcar glas y la quemamos con el soplete-
Cubrimos con la otra mitad de bizcocho y volvemos a calar bien el mismo. Coloreamos a nuestro gusto el mazapán, yo le puse un poco, lo necesario  para que quedase muy suave de color. Hacemos un rulo con la masa y lo ponemos sobre papel de hornear, cubriéndolo con el  mismo.
Extendemos bien con el rodillo hasta dejarlo fino y unos 10 centímetros más largo y ancho que la tarta, para que la cubra bien y sobre un poco. Ponemos paralelos la tarta y el mazapán y con un giro rápido, dejamos caer éste último sobre el bizcocho.
Recortamos perfilando bien la tarta y decoramos a nuestro gusto. Yo hice unas pequeñas hojas de mazapán, le puse unas perlas de chocolate blanco y con la crema pastelera en boquilla rizada hice la decoración exterior. Le puse dos cerezas confitadas cortadas en tiras en extremos contrarios, con unas perlas de chocolate.
.
Y éste fue el resultado final.
Y el corte. Nos gustó mucho, suave y delicada.
¡¡¡Que vos preste!!!

MARAÑUELAS DE LOS 70, DE CHARO `EL CHALÁN´

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Deliciosas. Con cariño,  para María Inés.


Las marañuelas son los dulces tradicionales de nuestro concejo. La fórmula más utilizada es la que os dejaba en esta publicación,  pero cada persona, partiendo de los mismos ingredientes, modifica la receta a su gusto. Nuestra madre lo solía hacer y tenemos en un libro de cocina anotaciones de las medidas, que recogía cada vez que hacía una tanda y le quedaban ricas. Con más manteca, con más azúcar, con menos harina... Así, cuando le apetecía, variaba la receta. Nuestra vecina Charo era también una gran cocinera. Se perdía en los fogones, sobre todo haciendo dulces, galletas, bollinas y marañuelas. Las dos compartían sus logros. Recuerdo a Charo cruzando la carretera con una fuente llena de rosquillas, torrijas o cualquier otra llambionada, tapado todo con un rodillo de cuadros... Otras veces era nuestra madre la que recorría el camino a la inversa.
A Charo le encantaba escribir versos. Mi hermano, de niño,  pasaba muchas tardes en su compañía, construyendo rimas. Versos que nuestra vecina logró plasmar en dos libros:Versos para los humildes y  Opiniones de oro salpicadas con poemas. La menor de siete hermanos, los llaman `del Chalán´, trabajó desde niña, como casi todas las de su generación, principios del siglo pasado, y más tarde se casó con un hombre bueno, Ramón, al que le gustaba mucho el campo y que, además de ser un carpintero estupendo, en sus ratos libres hacía unas `paxes de blimes´ (cestas), perfectas...
Hoy me gusta recordarlos preparando estas marañuelas que hizo allá por los años 70. El resultado: deliciosas.
(Miro hacía su casa y aún me parece ver la chimenea humeando, y sentir el ronroneo del cepillo y las limas en el taller. In memoriam)
Las marañuelas de nuestro concejo, una variedad de Charo.

Os dejo un poema de Charo, recogido en el libro Opiniones de oro, salpicadas con poemas:

FELIZ SEMANA SANTA A TODOS.

¨SÉ QUE ESTÁS AHI...¨

Sé que estás ahí Jesús querido,
sé que padeciste por salvarnos
sé que volverás a rescatarnos
sé que nos darás lo prometido.

Sé que a todo aquel
que en ti ha creído
le darás vida eterna
ahí a tu lado,
a todo aquel ser arrepentido
a todo aquel que, con dolor,
ha llorado amargamente su pecado.

Sé que estás ahí Jesús querido,
aunque el  mundo muchas veces
te ha negado.

Charo `El Chalán´

Para las marañuelas, necesitamos: ( Para 12- 13 docenas)

  • 20 huevos enteros
  • 2 kilos de azúcar
  • rallo de 4 limones
  • una cuchara de postre de anís en grano, molido
  • 3 copas de anís
  • 1250 gramos de manteca de vaca cocida (mantequilla cocida)
  • 4 kilos de harina común, tamizada
  • 2 sobres de levadura tipo Royal
  • una cuchara de postre de sal
Elaboración:

En un bol amplio o un barreñón ponemos los huevos cascados, por arriba el azúcar, el rallo de limón, el anís y los anises.
Ponemos un kilo de harina tamizada con la levadura y mezclamos bien, lo ponemos sobre los anteriores ingredientes. Añadimos la manteca templada y mezclamos rápidamente todo. ES MUY IMPORTANTE MEZCLAR BIEN PRONTO, PARA QUE LA HARINA NO SE PONGA GRUMOSA. Vamos añadiendo el resto de la harina tamizada, poco a poco a la vez que amasamos. Cuando nos se pueda amasar bien en el barreñón, se pone sobre la mesa de trabajo .
Se amasa hasta conseguir una masa perfectamente manejable, se comprueba haciendo un pequeño rulo y comprobando que ni se rompe, ni se pega. Vamos haciéndonos con trozos de masa, el resto o bien la envolvemos con papel film o la dejamos bajo el barreñón bien limpio. La estiramos en forma de rulo.
Y porcionamos en trozos más o menos iguales, de unos 40, 50 gramos. Para dar forma a las marañuelas, hacemos pequeños rulos con cada trozo, doblamos al medio, enroscamos sobre si  y cerramos en una especie de corona enroscada.


Cerramos. Colocamos en las bandejas de horno, forradas con papel  y cocemos en horno fuerte, 220º, precalentado , las dejamos hasta que estén doradas, 12-15 minutos.
Esperamos a que se enfríen sobre la bandeja. Aunque parezca que están blandas cuando están calientes, al enfriar endurecen.
Servimos, están muy ricas.
Animaros a prepararlas, duran un par de meses bien cerradas en una lata.

¡¡¡Buen provecho a todos!!!

POSTRE TIPO PEÑASANTA

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Muchos días sin apenas ponerme al ordenador, sin visitar vuestras cocinas y desatendiendo por completo la mía... Seguramente la culpa la tenga este 'aborrecible' tiempo que nos toca vivir estos meses. Las gripes y los constipados están de fiesta y decidieron hacernos una visita.Y se quedaron, vaya si se quedaron... Aún estoy, como decimos por aquí, `a media vela´, pero hoy me siento con ganas de publicar un postre de lo más sencillo y del que me dí cuenta de que aún no estaba en el blog.

Basado en el clásico Peñasanta (postre popular en diversas localidades de Asturias ), os dejo un cierre de comida muy fácil y apañado. Lo mismo sirve para los días calurosos del verano que para las estaciones más frías. El original lleva helado mantecado o de tres sabores, sobre el que se suele poner almendra molida y tostada.También se acostumbra regarlo, al servir, con algún licor, que se flambea o no, dependiendo del gusto y de los comensales.

  Yo os dejo un básico, después, cuanto más dejéis volar la imaginación, mejor. A ver si os gusta.

Y esta buena moza que veis es nuestra tía Gloria, que el pasado día 1 de abril cumplió 100 lúcidos años...  Promete venir a casa y hacer alguna llambionada de las suyas. Una más que buena repostera y aún mucho mejor persona. Salud, querida tía.


Un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España:



Cuando llega este tiempo de falsa primavera y un petirrojo viene cada mañana a verme, cuando brotan de pronto los árboles del parque y marzo apunta ya con sus balas de savia y es invierno pero hay una brisa muy nueva y una limpia tristeza en la luz muy reciente, la vida espolvorea aromas entrañables, colores muy cercanos, instantes como sed que mana y apetece y se escuchan recreos con gritos de los niños y se llenan los bancos de amor adolescente.

Cuando rompe el calor sus urnas y se expande, recuerdo emocionantes incursiones campestres: los prados comenzaban a poblarse de mayas y de eléboros y nos gustaba mucho echarnos a rodar, por más que nos reñían por mancharnos la ropa con el jugo del verde. Nos gustaba buscar los grillos prematuros y brillantes insectos y descubrir toperas por entre el tierno césped. Y adivinar en dónde anidarían las pegas y dónde esconderían las gatas sus camadas, en qué hueco del muro o en qué sebe. Nos gustaba encontrar camisas de culebras, charcos con renacuajos nerviosos y tritones; y plantas diminutas de las fresas silvestres.

Cuando veo los narcisos en las veredas húmedas y escucho el discurrir de alguna fuente. Cuando por los caminos las prímulas motean el paisaje con su dorado joven y raudas lagartijas escapan de mis pies y el aire duele, me acerco a los lejanos dominios de mí mismo, a las surcadas rutas imposibles, a queridos espacios de espinos y bardales, higueras y laureles. Me asomo a las afueras de lo que soy ahora y corro cuesta abajo con los brazos abiertos, persigo una cometa con forma de serpiente. O bajo hasta la mar y atrapo por las pozas diminutas quisquillas, conchas muy desgastadas, esqueletos de peces.

Cuando arriba el buen tiempo y observo el cielo nítido y las tardes son lentas y radiantes y enrojece con más calma el poniente. Cuando los pueblos huelen a merienda de madre y al jabón de la ropa y padre que regresa con cansancio a la espalda y el horizonte acopia el soplo del nordeste, son más míos que nunca el canto de los gallos, las gaviotas, las olas, y el tallo del silencio y sus esquejes. Me pertenecen menos las cosas de este mundo, pero soy más un poco aquello de otras veces: soy un coleccionista de materias muy frágiles, un cazador furtivo de imágenes endebles.




Para el postre, necesitamos:

  • Helado del sabor que más os guste, el original mantecado o tres gustos, yo le puse  biscuit de marañuela
Para el merengue:
  • Clara de huevo ( una clara da para dos postres)
  • tres cucharadas soperas de azúcar por clara
  • unas gotas de zumo de limón
  • una pizca de sal
Elaboración:

En un recipiente hondo, bien seco, ponemos la clara de huevo, las gotas de limón y la sal y batimos energicamente. Una vez que queda como una espuma y triplique su volumen, añadimos una cucharada de azúcar.
Y seguimos batiendo hasta que los granos de azúcar se disuelvan. Añadimos otra cucharada, batimos de la misma manera y terminamos el azúcar procediendo del mismo modo. Nos queda un merengue compacto. Rellenamos una manga pastelera con boquilla rizada de merengue .
En el plato donde vayamos a servir, colocamos una bola de biscuit y la cubrimos generosamente con el merengue. ( Podemos poner en este momento la almendra triturada y tostada por arriba del biscuit, yo no lo hice) Quemamos con el soplete y servimos inmediatamente. (En este punto, si se quiere, se riega con licor y se flambea) 
Por afuera, tostado y caliente.
Y cremoso y fresco por dentro, una delicia.

¡¡¡¡Que vos preste!!!!

EMPANADA DE CARMELA

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Una empanada gallega, estupenda.
Otra vez con vosotros, amigos. A ver si 'ya' es la definitiva y los catarros y demás se olvidan de nosotros. Gracias por todos los ánimos que me hicisteis llegar. Siento no haber contestado a vuestros comentarios a su debido tiempo y espero poder visitaros con más asiduidad a partir de ahora.

Hoy os dejo una empanada que nos gustó de manera especial. La receta es de Carmela, nuestra profesora de manualidades. Como buena gallega, le gusta cocinar y siempre nos está aportando interesantes ideas, recordando platos que se hacían (y aún se hacen) en su casa. Cuando era niña, esta empanada le llamaba mucho la atención porque decía que la hacían del tamaño de `una rueda de carro´ y la llevaban a cocer al horno de la panadería de su pueblo, en la provincia de Lugo. Ella nos habló del relleno, con sardinillas frescas, sin espina, abiertas y colocadas entre la cebolla. Yo la preparé con bonito para que así gustase a todos los de casa, pues, con el pescado fresco,  alguno es bastante tiquismiquis. También los pimientos que debieran de ser morrones,  los puse del piquillo, los que tenía en ese momento.
La masa, de las más sencillas y está riquísima. Carmela no le pone nada de levadura, yo le añadí un poco para que quedase más blandina, pensando en los míos de nuevo.

Está muy rica, el relleno con tanta cebolla es una delicia, yo no pude esperar a que se enfriase del todo, la probé templada y me prestó mucho.

Le doy las gracias a Carmela, espero que nos siga regalando su compañía y más platos ricos.


La masa crujiente y el suave relleno, hacen de cada bocado una delicia.
Os dejo un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España.
Aurelio G. Ovies


 Qué habrá sido de todo lo que ha sido? ¿Y aquello que no fue en dónde permanece? ¿Qué de los nombres que ardían cuando los pronunciábamos; de los brazos que abrían tan pronto el sol brotaba, de los presentimientos abatidos? ¿Qué muere cuando se muere? ¿Quién abre las imponentes compuertas del dolor? ¿Quién habita en el luto; quién sobre la superficie del olvido? ¿Dónde queda el paisaje que miramos, dónde las estaciones desprovistas? ¿Quién ocupa los sueños que movemos, quién la vida que hasta entonces vivimos?


Lo que la noche encubre, ¿dónde se manifiesta, cuándo materializa sus designios? ¿Cómo será, a la luz, lo que no imaginamos? ¿Cómo la sombra de lo más transparente? ¿Qué perfil mostrará el futuro más próximo? ¿Si el silencio sonara, qué obraría en cada instante, qué en cada pensamiento; cuántas palabras nuevas, cuántos callados gritos? ¿Nos parecemos algo a lo que deseamos; nos acercamos más a lo que aborrecemos o a lo que perseguimos? ¿Quién dictamina nuestras voluntades; quién endereza nuestras decisiones; quién fragua nuestros credos; quién da capacidad a nuestros silogismos?


¿Quién sabe ciertamente a qué ha venido y por qué ha de partir y el qué de mientras tanto y el para qué desde un principio? ¿Merecerá la pena reconocerse nieve? ¿Ser roca es más intenso? ¿Es más larga la espera que la costumbre? ¿Más profunda la herida que el entusiasmo? ¿Menos punzante la distancia que el cariño? ¿Cuánto mide el amor; quién traza sus volúmenes, quién pule sus costuras, quién decide sus dunas y sus siglos? ¿Por qué la libertad y el amor no armonizan? ¿Por qué no se acompasan sus agujas? ¿Y el odio dónde incuba? ¿Por qué no desguarnece? ¿Quién sigue apadrinando sus fases monstruosas, sus rizomas endémicos? ¿Quién diseña sus rutas, quién lima sus cuchillos?


¿Cómo será el ser un ser inexistente, siempre lejos de ti, siempre vacío constante, siempre impresión de espíritu? ¿Qué llevaré en los ojos, con qué imagen iré a las amplias regiones de la nada? ¿Qué pensará la música cuando nos separemos; y qué la luna y los espacios, qué la indiferencia de la mar y los ríos? ¿Qué sucede al otro lado de la soledad; quién dicta su mudez, quién sostiene sus murales de humo? ¿Dónde se pierde el contorno del mundo, a qué altura no se percibe la angustia de la tierra? ¿Qué nos sucedería sin memoria, qué sería de las cosas sin olvido?



Para la empanada, necesitamos: (16 raciones)


Para la masa:

  • el caldo resultante de pochar la cebolla (480 gramos)
  • 650 gramos de harina común
  • una cucharada de levadura tipo Royal (optativo)



Para el relleno:
  • 3 kilos de cebollas
  • 500 gramos de bonito del norte en aceite de oliva
  • 8 pimientos en conserva (o morrones)
  • sal
Un huevo batido para pincelar.


Elaboración:
Picamos la cebolla en trozos generosos y la pochamos en el aceite caliente. Salamos. Dejamos que se vaya haciendo despacio, con la tapa puesta. Una vez pochada, la ponemos en un colador con un bol debajo para recoger el caldo .
Añadimos poco a poco la harina con la levadura tamizada y amasamos hasta conseguir una masa que se despegue del bol, elástica y que suave. La dividimos en dos.
Estiramos una parte con el rodillo y forramos con ella un molde redondo bajo. Colocamos la mitad de la cebolla, sobre ella el bonito bien escurrido.
Y el resto de la cebolla. Ponemos sobre ella los pimientos abiertos y cerramos con el resto de la masa bien estirada. Cortamos con el rodillo, presionando sobre el molde, el sobrante de la masa.

Terminamos de cerrar la empanada, pellizcando las dos capas para que no se despegue.  Hacemos un corte redondo en el centro de la empanada, cortando con un cuchillo y decoramos con el resto de la masa. Pincelamos con huevo. Cocemos en horno precalentado, a 170, los primeros 20 minutos solamente por abajo y otros 10/12 minutos más por arriba y abajo. (Cada horno necesita su tiempo).
Dejamos enfriar o templar.
Si os gusta la cebolla, esta empanada no os dejará indiferentes. A nosotros nos encantó.
¡¡¡Que vos preste!!!

FÁCIL: MANTECADO IMPERIAL SIN GLASA

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Otra manera de preparar el mantecado, más exitosa, al llevar levadura.
Esta receta es del curso de repostería de mi amiga Anun con una pastelera de Avilés muy reconocida como tal, de la hoy desaparecida pastelería San Francisco. Resulta un mantecado muy suave y esponjoso. Muy fácil de preparar, solamente mezclar bien los ingredientes para que queden perfectamente unidos y formen una masa suave y cremosa y dejarlo cocer en horno bajo, despacio, para que vaya subiendo poco a poco y nos salga con esa miga que le caracteriza. (Este tipo de bizcocho, en sus diferentes recetas, se suele preparar para los bollos de Pascua y se elabora todo el año en la comarca).
Suele llevar una glasa blanca por arriba, elaborada con azúcar y agua en la misma proporción, formando un almíbar a punto de hebra fuerte que se deja caer sobre el mantecado. Hoy no se la puse, para restar calorías, pero con ella queda más lucido el mantecado.
Mi amiga me proporcionó muchas más recetas de este interesante curso, asistió hace unos cuantos años. Poco a poco seguiré preparando los ricos dulces que con tanta generosidad les enseñó la gran pastelera. Mi agradecimiento a las dos.
Deciros también que suelo preparar dos mantecados, con el doble de ingredientes, para aprovechar el calor del horno. Uno lo congelo y se mantiene perfecto, bien envuelto en papel de aluminio y dentro de una bolsa de congelación.
 A ver si os gusta.

Una auténtica tentación-
Un texto de Aurelio González Ovies, publicado en La Nueva España, el día del libro.
De libris
Todo lo que saben y hacen los libros

Conocen la vida mejor que nosotros. Y hay seres humanos menos verdaderos. Pronuncian belleza cuando es necesario y mienten más noble que cualquier mentira. Visitan a presos y saben sus penas y conocen todos sus remordimientos. Y nos corroboran las desconfianzas. Y nos contradicen en las obsesiones. Y construyen reinos y soberanías y países justos que no decepcionan y tierras felices como antiguamente. Derriban argucias de los mandatarios. Denuncian metáforas de timo y veneno. Y nos trazan rutas por los arquetipos y nos embelesan con sus perspectivas y nos encarrilan en sus contingencias o nos amilanan con sus contratiempos.


Difunden ternura, desprenden rencor. Asumen las culpas, corrigen los traumas, inventan paisajes, reconstruyen llamas. Son como la voz, ráfaga espontánea, trasluz desde el alma hasta el pensamiento. Son en cada página libres y capaces. Se escapan del mundo, huyen de sus lindes, conquistan el siempre. Visitan las ruinas, describen sus mármoles, entran en sonoros palacios del tiempo. Pasan sin reparo del hoy al mañana, bajan al ayer sin nostalgia alguna y beben su aroma y besan sus hules y abren sus balcones, se asoman al humo y abrazan el hálito de prendas queridas, tientan el espacio de todos los muertos.


Deciden finales que la vida oculta, descartan congojas que el destino tensa; acortan el hilo de los desconsuelos, extienden las épocas de amor desmedido. Poseen registros como la memoria y desencadenan subjetividades. Serenan las horas con palabras dóciles, excitan las púas de los sentimientos. Abren miradores jamás concebidos, permiten acceso a lo inexistente. Responden a enigmas, desentrañan miedos, emiten reflejos que te identifican, confiesan reparos que nos avergüenzan. Son madres nutricias, experiencia en alza, aspas poderosas, sagaces espías. Intuyen el ánimo. Saben del silencio.


Toleran, respetan, acogen las manos de cualquier extraño, veneran lo blanco y adoran lo negro. Indagan porqués, comparten carencias, sacian ansiedades, alivian el llanto, ceden emociones. Hablan los idiomas de todos los términos. Quedan en nosotros, penetran muy hondo, marcan un transcurso, un día preciso y los recordamos como algo muy nuestro. Duplican los seres y las existencias, facilitan tránsitos y mapas lejanos, rescatan sabores y predicen éxodos. Bendicen la paz con ritos arcaicos, improvisan templos para los poemas, preservan los pueblos con versos eternos. Curan con sus fábulas, adormecen, cuentan lo que pasa, sueñan lo que falta, lo mismo que un lloro, igual que un deseo. Salvaguardan nombres, costumbres, esencias. Mantienen los rasgos de lo primigenio


Para el mantecado imperial, necesitamos:



  • 250 gramos de manteca cocida a punto pomada
  • 250 gramos de azúcar glas tamizado
  • 6 huevos
  • 300 gramos de harina tamizada
  • 1 cucharadita de café de levadura tipo Royal
Elaboración:


En un bol amplio, ponemos la mantequilla a punto de pomada y la mezclamos bien con el azúcar glas. Añadimos los huevos uno a uno. Mezclamos bien. No hay que remover demasiado, solamente mezclar.
Ponemos poco a poco la harina con la levadura,  mezclando bien, sin batir, con una cuchara, mejor que con varillas.  Forramos el molde con papel de aluminio o bien engrasamos y enharinamos. Llenamos con la masa del mantecado dos terceras partes del molde, para que no se salga por arriba al cocer.
 Cocemos, lentamente, en horno precalentado. En mi horno, para dos mantecados a 130º con aire, solamente por abajo, para dos mantecados, 1 hora y 30 minutos. Luego puse por arriba y por abajo otros 10 minutos más. (Quedaron un poco tostados por abajo)
Pinchamos con una aguja y si sale seca, retiramos del horno. Mantenemos el mantecado en el molde hasta que se temple y luego lo sacamos, retiramos el papel de aluminio y dejamos enfriar sobre rejilla. Una vez frío, servimos.
 También, de poner  glaseado por arriba, se haría en frío, sobre la rejilla.
Delicioso y sin complicaciones.
¡¡¡Buen provecho!!!

FÁCIL: TARTA DE MANZANEDA, en memoria de Maruja

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Una tarta sin complicaciones.
Comienza mayo, el mes de las flores, el mes más guapo y extenso de la primavera, si es que el tiempo acompaña y empieza a dejarse ver ese cielo azul que hace las tardes cada vez más largas. Esperemos que así sea. Siento ganas de luz...

Publico una tarta muy sencilla, de las más fáciles y rápidas que hice. La receta es de mi prima Mari, a la que le apasiona la cocina y la repostería. Me dejó su libreta de anotaciones y desde que la tuve en mi poder, una de las tartas que más me apetecía hacer era ésta. Os sorprenderá lo rica que está, fresca y suave, y nada empalagosa, ya veréis. Mejor de un día para otro.  Con ingredientes básicos y tan rápida que no da pereza ninguna elaborarla. Vamos, de las de quedar muy bien con el mínimo esfuerzo.

Quiero dedicársela a sus padres, especialmente a su madre Maruja. Natural de un pueblo precioso de nuestro concejo, Manzaneda, cuyo nombre lleva la tarta de hoy. Situado en un paraje fértil, verde y muy soleado, es un pueblo muy acogedor, con una iglesia de estilo románico, de finales del siglo XII, hermosa, a la vez que un palacio muy bien conservado.

A Maruja también le gustaba la cocina, se le daba muy bien y, entre otros muchos platos, le salía como a nadie la tortilla española, tanto es así que fue la ganadora unos cuantos años del concurso que, a propósito de este plato, organizaban en su zona. El jurado siempre se decantaba por las que ella presentaba. A sus hijas les llenaba de orgullo. Me cuenta Mari que las manos de cerdo guisadas era otro de sus platos fuertes... Manos expertas de ama de casa sabedora del buen hacer. Descanse en paz.

Un dulce bocado.

In memoriam.
Imágenes de Manzaneda, del libro Gozón, el libro del concejoAzucel, 2006

A un lado del camino

A un lado del camino estaban nuestras casas. Y el camino llevaba a todas partes. A la mar, hasta el Faro, a Luanco, hasta Candás, a Viodo, al fin del mundo. Todas las direcciones al lado del camino: una extensión de tierra aún sin asfalto, con baches y bardales y un poste de la luz, para avisos y esquelas, que servía, asimismo, de parada. Todas las distracciones en una carretera que nos entretenía las horas del domingo, contando forasteros que iban y venían, observando los coches inmensos y modernos: Dodge Dar y «Seiscientos», Simca 1.000; diciéndoles adiós a excursiones de monjas y personas mayores, o mirando tan sólo a ver si alguien pasaba.

En medio de un camino que apenas transitaban más que la tarde lenta o las hojas de octubre o los gatos, sin prisa, colocábamos límites con botes o con piedras o con trozos de tiza pintábamos las rayas, e invertíamos tardes enteras jugando al escondite o a indios y vaqueros o a la gallina ciega o al potro o a la maza. Era un tiempo feliz, sin reloj ni pesares, en medio de un camino, donde tan pronto estábamos rescatando al contrario como lanzándole una pelota envenenada. Unos días tranquilos en los que amontonábamos las trencas en el suelo y nadie interrumpía nuestra expansión sencilla: una partida al gua, otra al roma, otra al pañuelo por detrás, otra a la queda, una competición de caracoles o un corro a la patata.

A un lado del camino recogíamos moras, descubríamos nidos, cazábamos insectos o nos entusiasmaban las grandes telarañas.

Allí, con casi nada, lo inventábamos todo: sobre cajas de fruta o con algún cartón, levantábamos tiendas y vendíamos colillas, cacharros, pimentón de ladrillo y teja machacados, herramientas ya viejas o verduras prestadas. Usábamos señales como diana certera de nuestros tirachinas, trazábamos «cascayos» con casillas y números, escribíamos nombres con cachos de escayola, nos tirábamos flechas a los jerséis de lana.

En medio del camino pasamos media vida. Hacíamos carreras, andábamos con zancos, montábamos en bici, corríamos tras el aro, gastábamos los sábados desde por la mañana. Comíamos la merienda, construíamos cocheras en montones de arena, subíamos a los muros en que no había cristales, buscábamos regatos, desviábamos el agua. Cruzábamos los tubos de las alcantarillas, trepábamos a higueras, amasábamos barro o perdíamos el tiempo pescando de mentira, con un hilo amarrado en cualquier caña. En medio del camino, entera nuestra infancia.

A. G. Ovies, La Nueva España.




Para la tarta, necesitamos :

Para la tarta:

  • Un bote pequeño de leche condensada
  • la medida del bote de leche hervida y fría
  • 4 huevos, claras y yemas separadas
  • 250 gramos de almendra molida y tostada
Para el caramelo:
  • 200 gramos de azúcar
Para el merengue:
  • 100 gramos de azúcar
  • 2 claras
  • unas gotas de zumo de limón
Para decorar:
  • cerezas confitadas

Elaboración:

En una sartén preparamos el caramelo, lo ponemos en el molde y lo dejamos enfriar (ver aquí)

Mezclamos las yemas con la leche y la leche condensada, mezclamos bien y añadimos la almendra, la integramos al conjunto. (Os muestro un huevo de dos yemas, de las gallinas de corral de mi sobrino, una maravilla).

Montamos las claras a punto de nieve y las añadimos al conjunto, mezclando suavemente para que no se bajen.
 Llenemos tres cuartas partes del molde caramelizado con la masa de la tarta.
Cocemos en horno suave, (yo a 140º, 45 minutos), precalentado.  Pinchamos con un palillo y si sale seco, estará. Dejamos que se enfríe sobre una rejilla. (Las fotos de la cocción y del enfriado no sé que pasa, me dice el programa que son un archivo no compatible...). Una vez fría, se le da la vuelta, si estuviese un poco pegado el caramelo, se sumerge el molde en agua caliente unos segundos y desmolda rapidamente. Hacemos el merengue (ver aquí) y lo escudillamos en una manga pastelera con boquilla rizada. Decoramos a nuestro gusto. Dejamos en nevera de un día para otro.

Y nuestra tarta, estupenda.
Servimos fría.
Y compartimos cariño y un bocado dulce, ¿os parece buena idea?
Gracias, Mari
¡¡¡A ver si vos presta!!!

FÁCIL: NEGRITO

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Delicioso y tradicional.
Mayo para nosotros viene cargado de cumpleaños, es un mes de los más dulces en casa. Y como Ana me trajo natas frescas, ricas a más no poder, preparé este negrito tan estupendo para el día de la madre. De Ana ya os hablé en su momento, es una de mis amigas del alma desde hace muchos años y, a pesar de que su trabajo no le deja mucho tiempo para poder pasar tardes enteras charlando sin que nos apetezca despedirnos, cada vez que nos encontramos nos presta mucho. Entre las recetas que Ana me regaló de su puño y letra, aparece este dulce de la mano de su prima Amparín, a quien le gustaba mucho la repostería. Por eso, quiero dedicarle la publicación de hoy, en su memoria.
Lo que desconozco es porqué se le llama `negrito´... Se hacía los domingos en muchas casas de nuestro concejo, nuestra amiga Nieves también lo preparaba a menudo y le quedaba de maravilla.
Hace años, la leche se vendía directamente desde las caserías  De pequeños no conocimos la comercializada. Recuerdo la escena: nuestro tío Luís terminaba de catar (ordeñar) algunas vacas, salía de la cuadra con el cubo lleno a rebosar e iba rellenando las lecheras enormes en el pasillo. Tenían un colador arriba, para recoger las posibles impurezas. El preciado líquido blanco (oro en bruto, entonces) desprendía un vapor caliente que aún me parece oler ... Tiempos en blanco y negro...
(No probé a prepararlo con nata comprada, pero pienso que puede quedar delicioso también, aunque nunca suplirá el rico sabor de las natas frescas de las vacas gozoniegas).

Acompañé con unas peras al Pedro Ximenez.

A ver si os gusta, queda un pastel consistente.
Os dejo un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España:



EN BLANCO Y NEGRO


Blanco y negro. Esos son los colores de mis primeros años, el tono de nuestro ayer. Todo lo que recuerdo carece de gamas alegres, por más que muchos fragmentos me reconforten y a menudo necesite descender hasta ellos para absorber su jugo agridulce. Porque el pasado es un buen veneno con el que edulcorar la toxicidad del tiempo presente. Grises, inevitablemente hemos crecido con el carácter de la ceniza, con la dermis del humo y la templanza de los meses de días cortos. Todo lo que evoco posee perfil de bruma, épocas de duelo, gesto de asfixia, tacto de penitencia:

                      

Casas muy apretadas, para vivir apenas, con olor a vinagre y a pintura de polvos, a hollín y aceite viejo. Pasillos muy estrechos, con baldosas de franjas y exiguas geometrías. Cuartos donde morían los antepasados y donde permanecía para siempre la hipocondría del agua de azahar. Habitaciones con camas de madera y rosarios colgados y polilla en las vigas. Estancias en las que perfuman el carboncillo y los retales junto a la máquina de coser y el huérfano trinchero. Retretes desnudos y fríos, con el tufillo perdurable del musgo y el orín y un clavo del que cuelgan papeles de periódico y revistas.

                                        

Hombres enfundados que trepaban los postes de la luz, con garfios en los pies y cinchos de cuero, cuando íbamos camino de la escuela, indefensos y asustadizos, como hijos de una generación traumatizada con la derrota, los guardias civiles, la escarlatina, la tuberculosis, el fin del mundo y el futuro. Abuelas que nos cruzábamos, con pañoletas mustias y lecheras de porcelana blanca. Las mismas que al regreso, entre el viento, a lo lejos, encorvadas quitaban malezas con la azada.



Tendales con estacas torcidas y ropa moribunda batiendo a media tarde. Lavaderos con el agua parada y tablas con pastillas de jabón de sebo. Vacas tirando de los carros cargados de ballico. Boñigas en todos los caminos, buracas en todos los senderos. Atajos para todos los rumbos. Escombreras en cualquier recodo. Todo en nada. Alcantarillas que atravesábamos gateando por sus tubos. Paredones con cuellos y bocas de botellas y cachos de cristales puntiagudos.



Obreros que pasaban cansados, pedaleando en sus bicicletas con dínamo y bomba, y pinzas en los bajos de los pantalones. Obreros que, al anochecer, con la colilla entre los labios y la fiambrera en una bolsa se dirigían a sus cobijos. Obreros que paraban a tomar unas pintas en Casa Arcadio y a descargar pesares hasta perder el norte y retirarse hablando solos, riñendo con sus sombras y maldiciendo el aire.



Pescaderas ambulantes con calderos y pesa y helechos en los cestos donde brillan bocartes plateados y frescos. Amas de casa, amas de la vida, amas del amor y la intendencia, con las cargas de leña descañada y el brazado de berzas. Trabajadoras de la conservera de Luanco, con abrigos que atufan a bonito y caballa y manos milagrosas y dedos acribillados por las espinas, la hojalata y el sacrificio. Obreras de la luz del día, del pan y del calor de cada noche fría y en penuria. Obreras del todo y de la nada. Obreras, matriarcas que benditas sean por los hijos de los hijos y en los siglos de los siglos.



Chigres con almanaques de mujeres en cueros y vírgenes con lágrimas y muchas perlas. Mostradores de diminutos azulejos y bordes de madera quemados por los puros. Garrafones de anís y pellejos de vino junto a montones de cajas de galletas, latas de pimentón y sacos de garbanzos. Copas con una línea roja, muy delgada, hasta donde Isabel echa el coñac. Nada. Todo. Blanco y negro.







Para el negrito, necesitamos:

  • una taza de natas frescas
  • una taza de almendra molida
  • una taza de azúcar
  • una taza de galletas molidas
  • 4 huevos
Para decorar:
  • azúcar glas
  • coco rallado
  • colorante rojo líquido
Optativo, peras al vino P. X.
  • 4 peras
  • una taza de Pedro Ximenez
  • 4 cucharadas de azúcar
Elaboración:

Las peras al vino, se preparan pelándolas en cuartos y se cuecen lentamente con el azúcar y el vino, hasta que éste, practicamente se reduzca.

Os pongo el proceso de obtener la nata. Se cuece la leche, yo la dejo hervir varias veces, así le saco toda la nata. Se deja enfriar y una vez fría, con una espumadera se recoge la nata. Se hace así al menos cuatro días para obtener una taza de natas. Es importante que se cuele bien la leche, para que no se ponga agria.
Se mezclan bien todos los ingredientes o se baten.
Se engrasa y enharina bien un molde, en este caso desmontable y se cuece en horno moderado, yo 140º, hasta que al pinchar la aguja salga limpia.  Aproximadamente una hora.
 Se deja enfriar sobre una rejilla, se desmolda, se espolvorea con azúcar glas. Decoramos a  nuestro gusto. El negrito, normalmente ni se decora, ni se cubre con glas.
Decoré con coco al que le puse una gota de colorante rojo, mezclé bien dentro de una bolsa y dejé secar de un día para otro. Con ayuda de unos cortapastas y un palillo, lo distribuí por el pastel.
Y nuestro pastel `en blanco y negro´, delicioso, aunque se debe comer poco, llena bastante.

¡¡¡Buen provecho!!!

BIZCOCHO CON HARINA DE MAÍZ ECOLÓGICA Y CHOCOLATE

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Todo el sabor del maíz en un bizcocho.
La harina de maíz nos gusta mucho y en este caso, es de una calidad excepcional ,triturada en molino de piedra, fina, fina y cultivada en campos de agricultura ecológica, sin ningún añadido químico.Por eso , no podía ser de otra forma, el bizcocho quedó muy rico y además con un color envidiable. Le  tengo que agradecer a mi amiga Marigel este rico grano. Ella y su marido fueron los que consiguieron la harina, quedan pocos molinos de agua, de los que muelen despacio y a conciencia para dejarla igual que antaño. La verdad es que es un tesoro, ojalá su dueña siga con el empeño de conservarlo y moliendo para nosotros.
Y con el chocolate, aún más rico.

Unas palabras de A. González Ovies:

   Eco engañoso
Reverberaciones en mayo
Desde Cirieñu, paisaje idílico. Foto de nuestra amiga Terina.

15.05.2013, La Nueva España.


 Mayo. Color reciente sobre las crestas del rinanto. Campos desbocados que lindan con la infancia y con el aroma núbil de las espineras. Páginas indescriptibles de resonancias nuevas sobre las ramas de los árboles. Agua de las últimas nieves que desciende tan límpida como las alas de las libélulas. Sol joven en todos los caminos, brisa muy blanda en todos los destinos. Luz con los visos de la mentira. Vastedad de misterios en la naturaleza: ¿quién tutela el empeño de los ríos; quién pliega los sudarios del crepúsculo; a quién dirige el humo sus fragmentos; quién rubrica el grosor de las cerezas?


¿Por qué nos han impuesto esta forma humana tan inexpresiva, quién nos ha decidido, quien ha dado la venia? Si fuéramos montañas, nos heriríamos tanto como somos capaces bajo esta indumentaria de quebradizos huesos? ¿De quién depende el resto de mi vida si aún no he desvelado las manos de quien guarda las horas ya pretéritas? ¿Por qué no me han nombrado orilla o mar o puente o retama o silbido? ¿A quién le recrimino el no ser pedernal o frío del invierno o aullido de alimaña o altiplanicie o vega? ¿Dónde puedo buscar lo que no ha de ocurrir, en dónde averiguar lo que está destinado a no coincidir nunca con mi breve existencia?


¿Hasta dónde las licencias ilícitas del eco? ¿Quién es él para apropiarse, prófugo, de mis vocablos? ¿Dónde posa mi voz, a quién la entrega? ¿De quién es ese espectro que repite en voz alta lo que ni aún he escrito, lo que pienso y desdice, lo que comprende apenas? ¿Por qué me lo divulga si apenas me conoce? ¿Por qué imita, con su tono luctuoso, a las lóbregas aves de mal agüero? ¿Y qué sabe él de mí, por qué me juzga si ni hubo un abrazo tan siquiera? ¿Qué signos son aquellos que brotan sobre el lomo de mis dudas, son calumnias en flor o despecho y rencor? ¿Cuándo cesará el odio y esta rivalidad que nos gangrena?


¿Qué aprendo cuando lanza su canto el petirrojo? ¿La rutina del cielo qué me enseña? ¿Qué deduzco de la esbeltez del trigo? ¿Qué amapolas comparten la herencia de mi sangre? ¿Qué sé de la belleza? ¿De qué me sirven, de estación a estación, estos años aquí, con la habitual sospecha de una contrariedad siempre muy próxima, si, ya por condición, desconfío del ser que está más cerca? Mayo. Calas blancas en torno a los regatos. Grillos y saltamontes. Memoria, única guarida de la inocencia.





Para el bizcocho necesitamos: 

  • 110 gramos de zanahoria pelada y rallada
  • 200 gramos de manzana pelada y rallada
  • 130 gramos de coco rallado
  • 150 gramos de azúcar moreno
  • 90 gramos de miel
  • 60 gramos de aceite de girasol
  • 6 huevos
  • 110 gramos de almendra molida
  • 140 gramos de harina de maíz
  • 1 sobre y medio de levadura tipo Royal
  • 100 gramos de chocolate negro
Para decorar:
  • azúcar glas

..
Ponemos la zanahoria rallada con la manzana y mezclamos, añadimos el coco, el azúcar moreno, la miel, el aceite de girasol y los huevos. Batimos mezclando bien.

Añadimos la almendra molida, la harina de maíz y la levadura. Batimos y mezclamos muy bien. Colocamos la masa en un molde de silicona o en cualquier otro que engrasaremos.  Troceamos el chocolate y lo vamos clavando, repartido,  en la masa, empujamos cada trozo con una cucharilla hasta que se oculten un poco en la masa.
.
Cocemos en horno precalentado, en el nuestro a 160º, primero por abajo durante media hora, luego arriba y abajo, 12-15 minutos más, hasta que al pincharlo con una aguja, salga seca. Cuidado con el chocolate, si al pinchar encontramos un trozo, puede que nos manche el palillo y salga húmedo, en ese caso, pinchar de nuevo en otro punto. Una vez cocido, dejar enfriar sobre rejilla.
Ya  frío, espolvorear con azúcar glas.
Está muy rico, si os gusta el sabor fuerte de la harina de maíz amarillo.
¡¡¡Buen provecho!!!
....

BRIOCHE DE MOLDE

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Interesante opción para un rico desayuno o merienda.
Os dejo una receta del curso de pastelería y bollería de hace años. Un rico brioche muy fácil de hacer y con unos resultados que ya me diréis... Animaros a prepararlo, seguro que a la primera os sale bien.
Os pido disculpas por el poco tiempo que estos últimos días le dedico al blog. Espero poder volver a la normalidad en poco tiempo. Gracias a todos los que me seguís visitando y dejando vuestros comentarios y a quienes, en silencio,  también llegáis hasta mi cocina. Besos para todos.
Queda una miga estupenda. Ya sabéis que el brioche se conserva poco tiempo tierno y esponjoso, así que si hacéis mucha cantidad se congela bien envuelto en papel film y se saca unas horas antes de utilizarlo.
Un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España:



FOGONAZOS

Este tordo que canta a media tarde, mientras sigo encerrado en la oficina, rodeado de libros y estadísticas, de papeles sobados y rancios ejercicios, me envejece y agrava el cansancio que arrastro. ¿Son útiles estas horas que escapan mientras yo, año tras año, sigo aquí anquilosado, traduciendo a Virgilio, descuartizando a Horacio? ¿Sirve de algo el tiempo que malgasto, los soplos del candor, que ahí fuera me demuestran lo intenso, no son más fructuosos? ¿Qué sobra en mí o qué falta? ¿Soy uno, entero, y tan disperso, tan a disgusto, uno, en uno mismo?
                        
Este cielo primero de primavera nueva y esta luz que prohíbo, bajando la persiana, me alojan en la piel impresiones y tactos imposibles ahora, irrealizables siempre y por jamás. Tactos, respingos, como si la fragancia de un limón me rozara, como si me bajaran hasta la adolescencia o me condecoraran con otra carne tierna. ¿Es la vida tan larga cuando se hace cansina y no la apreciamos, nosotros, existentes de oficio, transeúntes de paso? ¿La brevedad que vivo sólo duele de veras cuando miro mi entorno y admito su grandeza frente a mi excelsa nada?

Esta brisa fresquísima que huele a lo que saben las fresas en la infancia, a pensamiento impúber, a pura eternidad, ¿en dónde libará su cíclica constancia, su gesto inalterable, su tanta voluntad? ¿De todo lo que existe, inerte ante mis ojos: el suelo del silencio de este instante, el borde vertical de la montaña, los tejados oblicuos, el asfalto, la piedra, de todo, únicamente yo soy el que va muriéndose tarde tras tarde? ¿Es mejor permanecer ajeno, distante, simplemente instalado sobre la superficie del espacio? ¿Acaso más rentable y menos doloroso?
                                       
Esta noche con luna sobre El Campus, cuando salgo hacia casa, desahuciado, sin sombra, consciente de que ha sido un día sin sustancia, ¿qué pensará de mis insulsas obsesiones, de mis pies y sus huellas? ¿Qué me imaginarán los astros, repetidamente aislados, que me acompañan hasta la misma puerta? ¿Que soy un ser estúpido e insólito como tantos millones de simples seres simples? ¿Que voy con prisa, ahora, después –prisa sin fin y sin objeto– ; que no sé respirar sino por subsistir?

¿Y estos entresijos que me asaltan, estas perturbaciones entre angustia y desidia, desazón y deseo? ¿A qué se deben estas insistentes incógnitas? ¿A que soy lo que nunca quise ser; a que no soy más que esto que soy? ¿Cuándo se es; dónde se empieza a no ser incapaz de ser a toda costa lo que no hay que ser?




Para el brioche, necesitamos: (Para un molde de 1 kilo, necesitamos 200 gramos de masa).

  • 500 gramos de harina de fuerza (mitad harina de repostería, mitad harina de fuerza)
  • 200 mililitros de agua
  • 7 gramos de sal
  • 25 mililitros de leche
  • 30 gramos de mantequilla
  • 125 gramos de azúcar
  • 100 mililitros de huevo batido
  • rallo de medio limón
  • aroma de vainilla
  • 15 gramos de levadura

En un bol amplio ponemos la harina tamizada, el rallo de limón, los huevos batidos, la vainilla, la mantequilla en trocinos,
el azúcar y la sal, terminando con la leche. Incorporamos la mitad del agua por arriba y empezamos a amasar. Cuando tengamos una masa blanda, añadimos la levadura desmigada e incorporamos poco a poco el resto del agua, hasta terminarla.  Tiene que quedar una masa más bien blanda, pero que no se pegue a las manos.
Para hacer el  brioche en el molde de las magdalenas, hacemos bolinas del tamaño de una nuez grande y rellenamos en los moldes engrasados. Para hacer el brioche en el  molde alargado, boleamos ...
y rellenamos. Dejamos levar.
Y pincelamos con mucho cuidado antes de ponerlos en horno precalentado a 200º. Los dejamos 8-10 minutos.
Sacamos los moldes del horno y cuando transcurran unos minutos, desmoldamos y dejamos enfriar sobre rejilla.

Y listo. Realmente merecen la pena.
Con mermelada, cacao o simplemente con mantequilla, está muy rico.


¡¡¡A ver si vos presta!!!

TARTA (FÁCIL) DE FRESAS Y YOGUR

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Fresca y ligera.
Hoy os dejo una tarta muy fresca y fácil de preparar. Es el momento de sacar partido a las fresas, que están estupendas y además son sanas y poco calóricas. Podemos usar sacarina para hacerla aún más ligera y queda igual de buena. A ver si os gusta.

Un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España hace unos años:

LA ESTACIÓN DE LOS GITANOS




Los recuerdo como repartidores de primavera. Como parte de un mes muy antiguo, subiendo abril arriba con sus burros tristones, el carromato, el perro ya pelado y cachivaches de todos los colores y formas. Eran como un aviso del buen tiempo y averiguaban el agua para afincarse, al abrigo, casi siempre, de algún bardal frondoso o de una ruina.

                      

Los gitanos, cuyos nombres conocíamos de un año y otro año, no poseían nada y lo tenían todo, o casi todo, al menos así me lo parecía: aire, fuego, libertad, casta, familia. Yo los miraba desde casa y ardía por estar entre ellos, por caminar descalzo sin pincharme los pies, por no madrugar ni preocuparme de estudiar los fenómenos atmosféricos ni los puntos cardinales. Ellos sabían más que yo y que los del pueblo de las orientaciones, del nordeste y la lluvia, de las constelaciones y las tronadas. Y pensé toda la vida que no se morían nunca, que jamás les invadía ni el odio ni la tristeza.



Les seguía el rastro y, a escondidas, escuchaba la jerga con que hacían conjuros y marcaban sus rutas y funciones. A pedir por el pueblo salían las mujeres con los niños. A recoger chatarra, colchones y trocitos de cobre se dedicaban ellos, con traje y con chaleco y sombrero de fieltro. Todo les era útil y a mí me entusiasmaba observar cómo entraban tantas cosas en aquella carreta destartalada que servía de vehículo, de hogar, de techo, de alacena.



Ellas iban de puerta en puerta, con faldones muy amplios, varias chaquetas, un pañuelo en el cuello, con un cesto de mimbre y con la prole. Y hablaban mucho rato con las vecinas. Les venían muy bien patatas y cebollas, pan duro, aceite, azúcar. Todo hallaba cabida en aquella canasta de dos tapas en la que yo me moría de ansias por meter de lleno la cabeza. Y preguntaban a menudo si no había alguna gallina moribunda o recién enterrada. Y entonces escarbaban la tierra, la desenterraban y tiraban del ala y de las patas y marchaban contentas con la presa. Creí toda mi infancia que eran inmortales, porque comían erizos y carne sepultada y jamás enfermaban ni cogían pulmonías, a pesar de beber de los regatos y los charcos y dormir a la helada.

                     

A ellos les gustaban los muebles rotos, los aparatos estropeados, las chapas de la cocina, las piezas que sobraban de las obras, los rodamientos, el alambre, los manillares, las varillas de los paraguas, la masilla. Y medían la pureza de los fragmentos con un imán que yo anhelaba, que atraía arandelas, puntillas y tornillos; y andaban con navaja y con cayado. Y luego, con lo uno y con lo otro, construían artefactos rarísimos que, tal vez, no servían para nada, pero a mí se me antojaban inventos para detectar la dirección del viento o la altura del sol o la duración, a su manera, de los meses, que para ellos, como el lunes y el martes y las horas voraces y el calendario, carecían de apuros e importancia.



La ropa usada no les convencía. La cogían, con cierto recelo, la sacudían y la revisaban, como tanteando la talla y el estado, como examinando si eran trapos de muerto, malditos o contagiados; y se iban con ellos; pero a las prendas viejas no les mostraban aprecio. Aparecían siempre tirados más allá, en las cunetas, abrigos, camisas, zapatos y las patatas arrugadas.


Para la tarta, necesitamos:



Para el bizcocho:
  • 3 huevos
  • el peso de los huevos en azúcar
  • el peso de los huevos en harina
  • rallo de medio limón
  • un pellizco de sal
  • una cucharadita de levadura tipo Royal

Para la cobertura y decoración: 
  • 1 kilo de fresas maduras
  • 4 yogures de fresa o de sabor a fresa
  • 4 cucharadas de azúcar
  • una copa de ron
  • 6 hojas de gelatina
  • 1 litro de agua
  • una rama de canela
  • la piel de medio limón
  • 2 cucharadas de azúcar para poner sobre las fresas de la decoración
Elaboración:


Lavamos bien las fresas con agua fría, sin quitarles el tallo para que no les entre agua. Las limpiamos.  Escogemos las más apropiadas para la decoración , la mitad más o menos y el resto las ponemos con el agua, el azúcar, la piel de limón y la canela a cocer, hasta que queden blandas. Separamos del fuego.
Colamos la pulpa cocida. Dejamos enfriar por separado, retirando la canela y el limón.
Forramos un molde desmontable de 22 centímetros y lo engrasamos. Preparamos el bizcocho batiendo los huevos con el azúcar y el rallo de limón y la sal, hasta que blanquee y nos quede espumoso. Añadimos poco a poco la harina tamizada con la levadura, en movimientos envolventes. Cocemos en horno precalentado a 160º, aproximadamente 20 minutos si es con aire.

Una vez cocido el bizcocho, le damos vuelta rápidamente sobre papel de horno, dejamos enfriar. Limpiamos bien  el molde y volvemos a poner el bizcocho,  Lo remojamos con el almíbar de la cocción de las fresas, templado,  menos un pocillo que reservamos para ablandar la gelatina.
Ponemos la gelatina en agua fría para hidratarla y la dejamos unos 10 minutos. Calentamos el almíbar reservado sin que llegue a hervir y ponemos la gelatina bien escurrida, batimos para que se deshaga bien. 
Mezclamos los yogures, la pulpa reservada de las fresas y la gelatina con el almíbar y batimos con batidora hasta que quede bien fino. Ponemos sobre el bizcocho remojado. Cortamos las fresas reservadas para la decoración y las cubrimos con azúcar. Colocamos en la nevera el conjunto.
Dejamos enfriar en la nevera, al menos 12 horas. Desmoldamos y decoramos a nuestro gusto.
Yo corté las fresas en tres trozosy decoré alrededor con las partes exteriores y por arriba, alternando.




Y queda una tarta ligera y muy sabrosa.
¡¡¡ Buen provecho!!!

CHIPIRONES RELLENOS, EN TINTA Y CON ANCHOAS

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La anchoa le brinda todo su sabor al chipirón.
Toca algo salado, que ya va siendo hora. Os dejo unos chipirones rellenos con un toque de anchoas estupendo. A mí no me vuelven especialmente loca las anchoas, pero reconozco que en este plato me gustaron. Potencian el sabor de los chipirones y forman un conjunto muy rico. Y de la salsa, mejor no os cuento..., como para mojar una barra entera de pan. 
No sé por qué, pero los chipirones siempre me saben a verano y a días largos... Tal vez por las cestas llenas de ellos, atrapados a potera por mi familia, que veíamos llegar y que  hacían la delicia de todos nosotros. Por tantas cenas que compartíamos con amigos, las risas, las bromas, las partidas de cartas... Eso, a verano feliz y a despreocupación...
Añadir leyenda

Un poema de A. G. Ovies:

tenrerobanugues.jpg
        (AGO. Tenrero al fondo. Podes en lo alto. 01-08-10) 

                     Luz de verano:

                     me sabe a juventud

                     si te respiro.



Para los chipirones, necesitamos:



  • 1 kilo de chipirones
  • medio kilo de anillas de pota o calamar
  • medio pimiento rojo
  • medio pimiento verde
  • una lata de anchoas en aceite de oliva
  • 4 dientes de ajo
  • 5 cebollas medianas
  • unas ramitas de perejil 
  • un vaso de vino blanco
  • aceite de oliva
  • 8 sobrecitos de tinta

Preparación:
Limpiamos bien los chipirones,separando el cuerpo de la cabeza y los tentáculos, retirando el pico. Los secamos con papel de cocina. Reservamos.
Picamos los pimientos en dados pequeños, las anchoas, las anillas y tentáculos también pequeñinos. Mezclamos todo. Reservamos el aceite de las anchoas.
Rellenamos los cuerpos con la mezcla preparada hasta completar tres cuartas partes del mismo. Atravesamos con un palillo para evitar que se salga el relleno.

Picamos las cebollas y los ajos muy menudo y pochamos en aceite frío hasta que doren. Añadimos el perejil picado fino. Dejamos unos minutos.
A continuación, ponemos los calamares, el aceite de las anchoas y el vino blanco, menos un poco en el que ponemos la tinta. Dejamos hervir unos minutos y añadimos la tinta disuelta en el vino. Tapamos y dejamos cocer lentamente, a fuego bajo hasta que se hagan, en unas dos horas, aproximadamente, estarán. Si se dejan lentamente, no necesitamos poner más líquido, pero si se secasen, se añade un poco de caldo de pescado, si se tiene, o agua hirviendo, pero poca cantidad para que resulte una salsa espesa.
Y tenemos una rica cazuela.

¡¡¡¡Para mojar pan!!!!

EMPANADA DE CABELLO DE ÁNGEL, JAMÓN YORK Y QUESO

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El jamón, después de horneado queda totalmente caramelizado con el azúcar del cabello de ángel.

Hoy, ni dulce ni salado, una mezcla de los dos sabores que se complementan muy bien. Estoy convencida de que os sorprenderá lo rica que queda esta empanada. Preparada con la masa para empanada de nuestra amiga Marita y con una confitura de calabaza de cabello de ángel que nos regaló nuestra prima María Jesús de su cosecha. Me parece una opción muy oportuna para estas cenas informales que celebramos a menudo durante el verano.

Aprovecho para dar las gracias a todos los médicos que aman su profesión y transmiten serenidad y confianza a sus pacientes. En estos tiempos que nos toca vivir, con tantos recortes e injusticias, se agradece de manera especial que conserven por encima de todo estos valores, la paciencia y la humanidad. Es una suerte poder contar con su apoyo incondicional.



                                                ROGATORIA DE VERANO

Un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España.





Que amaneciera nítido cuando quisiera. Que la bruma escampara por el norte. Que cantaran los pájaros, abundantes y libres, entre las copas amplias de las viejas higueras. Que se viera Llumeres, llena de juventud, con la mar muy echada, transparente y eterna. Que salieran y entraran las lanchas conocidas, con redes y con nasas, con cajones de peces brillantes y que el güinche sonara e impregnara la brea.



Y en los días larguísimos trajinarán humanos con sombreros y rastrillos dando vuelta a la hierba, merendando a la sombra, pisando balagares, ‘pradeando’ los prados y rozando las veras. O de animales mustios que tiran del arado, bajo el sol de la tarde, entre surcos recientes y patatas humildes que secan sobre tierra. Y se oyeran aquellos cantares que alegraban el eco y el espacio. Y empezara el maíz a espigar su verdor y su benevolencia.

                                                

Y todas las heridas fueran las de las zarzas que rasgaban la piel de aquella edad tan tierna. Todos nuestros pesares, no capturar cangrejos; todas nuestras caídas, la más punzante pena.



Que mis ojos miraran constantemente limpios. Que el mundo terminara donde acababa el rumbo de nuestras bicicletas. Y observar abejorros, vigilar los jilgueros, seguirlos con sigilo, y aguardar a la hora, junto al mismo bardal, que asomara su miedo la culebra. Que nunca fuera pronto para hacerse de noche, que jamás ya muy tarde para dejar los sueños ni perder la armonía de la inocencia. Que nos cubriera el tallo de espadañas y juncos, mientras los renacuajos no entraban en el bote y a la seis nos llamaran: ven a por la merienda.



Que cada día trajera una ilusión distinta que no costara nada y nos sumara fe a la existencia, un grillo, una travesía a nado, una visita, o una tabla rota que sirviera de techo a la caseta. Un corro, una gincana, una excursión, un fósil con helecho, un pulpo entre las algas o simplemente un árbol con un nido de pegas. Y crecieran los gatos de la última camada, maduraran los prunos y el acuoso apetito de las fresas. Y el olor a pintura inundara los barrios que pintaban sus casas al explotar agosto y reventar las fiestas.



Nada más pediría. Que orvallara y salieran al paso caracoles, babosas y lombrices y debajo de un tronco bulleran tijeretas. Y pararan aquellos forasteros con clase a preguntar si el coche llegaba hasta la arena. Nada más que decir adiós al autobús, adiós al helicóptero y adiós, ya para siempre, a las alas brillantes de tantas avionetas.



Para la confitura de cabello, necesitamos:

  • una calabaza de cabello de ángel que tenga al menos un año
  • el mismo peso en azúcar que pulpa escurrida 
  • la piel de un limón
  • una rama de canela

Se parte la calabaza en trozos grandes y se le quita las pepitas. Se sumerge en agua fría y se deja en remojo una noche. Al día siguiente se retira el agua, se escurre la calabaza, se quita el cascarón  y se pone en una pota cubierta de nuevo con agua. Se pone al fuego y se cuece unas horas. Se vuelve a escurrir la pulpa y se deja de nuevo en remojo con agua fría,  otra noche. Transcurrida, se vuelve a escurrir.
Se pesa la pulpa y se le pone el mismo peso con azúcar, la piel de limón y la rama de canela. Se  cubre de agua y se deja cocer, despacio, hasta conseguir la consistencia que nos guste. En casa nos gusta bien caramelizada.



Para la empanada, necesitamos:


  • masa de empanada de Marita
  • 300 gramos de jamón york
  • 300 gramos de queso cremoso
  • 500 gramos de confitura de cabello de ángel
  • un huevo para pincelar

Se hace de la misma manera que la anterior empanada, pero se rellena con una capa de jamón, otra de cabello y terminando con el queso.
Se tapa, decora y pinta de huevo. Cocemos igual  que la anterior. Se toma templada o fría.
¡¡¡¡A ver si vos presta!!!!

TARTA DE MANTAS DE CALABAZA (FRIXUELOS DE BELÉN)

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( El crepitar del fuego, el olor a humo en todo el pueblo, la ilusión de la fiesta, cantos, corros... Noche de San Juan)

Os dejo una tarta muy interesante, muy rica, fácil y diferente. Cuando vi los frixuelos que hizo Belén hace unos meses, ya le dije que los haría muchas veces y no me equivoqué. En casa gustaron muchísimo, nuestro padre comentó que estas` mantas´ estaban más ricas que nunca. Decidí preparar una tarta con ellos para mi última aportación a las meriendas del grupo de manualidades. Nos prestó mucho.
 A ver qué os parece y os deseo una noche de San Juan estupenda. Y a Belén, muchísimas gracias por compartir la receta con nosotros.
Un corte estupendo.

Un poema de A. G. Ovies:


Esta noche no estoy desamparado,
no quiero detener el humo
ni espero que me convoquen las estrellas.
Esta noche me acompaño de mí
y al divisar, allá a lo lejos,
la infinidad del  mundo posada en su fracaso
ya no me siento solo,
porque en mi soledad hay una muchedumbre
de equilibrio
y ese amor que se llama costumbre o compañía
se convierte en un número.


Esta noche soy uno, plural, conmigo a solas.

Sanjuanín.

Para la tarta de mantas de calabaza, necesitamos:


En nuestro pueblo a los frixuelos los llamamos` mantas´.
Para el relleno:
  •  250 gramos de dulce de leche
  • 250 gramos de mermelada de melocotón triturada
Para la decoración:
  • chocolate rallado
  • unas cerezas confitadas
  • merengue : 4 claras, 12 cucharadas de azúcar glas, unas gotas de zumo de limón y un pellizco de sal

Vamos preparando los frixuelos y los colocamos sobre la fuente de presentación.
Ponemos sobre ellos calientes: un frixuelo, una cucharada extendida de mermelada, un frixuelo, una cucharada extendida de dulce de leche, otro frixuelo, una cucharada  de mermelada... así hasta terminar la masa. Terminamos con mermelada. Ponemos un aro de emplatar, de los que se extienden, alrededor de los frixuelos rellenos, apretamos para darle una bonita forma redonda. Dejamos enfriar. 
Desmoldamos y decoramos a nuestro gusto.

¡¡¡Y a ser felices!!!


FÁCIL:GALLETAS DE LIMÓN, sin huevo ni grasas, de Cándido

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Unas curiosas galletas.
Esta receta es de un libro de hace años y del que saco mucho provecho: La cocina Española.  El libro de oro de la gastronomía, deCándido, Mesonero Mayor de Castilla, 1ª edición del año 1970.
Aunque las denomina galletas, son una especie de bizcochinos con  sabor y textura auténtica. No llevan ni huevo, ni mantequilla o aceite y son muy fáciles de hacer, se cuecen y enfrían  rápido. Recomienda espolvorear con azúcar glas si se comen calientes.
Animaos a prepararlas que están muy ricas.
Se parecen a los bizcochos de soletilla. 
Un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España:


Las flores de la amistad:  brotan cada verano, llenan el jardín de color.
POR SI ACASO

Por si acaso morías de esto o de aquello, se vivía en un sin vivir. Por si acaso cogías piojos o liendres, te bañaban en zeta-zeta. Por si acaso el frío, por si los sabañones y las boqueras, te embutían en aquellos marianos que picaban a rabiar, en la camiseta de felpa, una capa encima de la otra, dos pares de calcetines, el pasamontañas, el abrigo y la bufanda o papeles de periódico entre prendas y pelleja. Por si aquello.
Por si lo otro, había que llevar siempre una muda limpia, decente, aunque por fuera los pantalones no se vieran muy nuevos, aunque por la puntera de los chanclos o las zapatillas te saliera el dedo gordo, aunque las rodilleras y las coderas se vieran un poco gastadas. Pero la muda…, por si acaso te embestía un coche, por si acaso te daba un mareo, por si por cualquier cosa o cualquier caso, por si no te bañaras: la muda limpia, tienes la muda encima de la butaca, muda esa muda. Por nada y por todo, por si acaso.
Por si te invadían las lombrices, por si acaso el vientre se resentía, por si te pudrían los dientes y se dañaban las muelas, por si acaso te salía una erupción, por si te congestionabas y vomitabas la cama, por si te empalagaba el exceso: nada de dulce, azúcar lo mínimo, chocolate de pascuas a ramos, nada de leche condensada, nada de lo bueno porque todo era muy malo, nada de nada. Eso sí, todas las mañanas, un vasáu de Sansón o de Quina santa Catalina con una yema, por si acaso la anemia, por si la debilidad, por si te destemplabas o por si qué sé yo.
Por si acaso venía alguien por si acaso alguno enfermábamos, una caja de pastas y unas galletas exquisitas y una botella de moscatel. Pero aquello ni tocarlo, por si acaso el médico, por si acaso unos familiares, por si acaso el practicante, por si acaso un velorio, una urgencia, un aprieto. Por si acaso, guardado bajo llave. Y si vas a casa del vecino, ni se te ocurra pedir.
Por si acaso mentías al confesar que el maestro te diera un solo bofetón, por si no te quedara el cuerpo a gusto, por si a ver si pensaban que en casa no te educaban, por si hicieras alguna maldad o te enredaras en cualquier gresca, por si no obedecieras a la primera o no llevaras hechos los deberes, por si en la escuela se quedaran cortos: otro estirón de pelos y otras dos hostias.
Por si acaso la espichabas si se cebaba contigo la tuberculosis, por si las moscas y la escarlatina, por si las tripas se perforaban, por si un cólico te dejaba seco. Por si estallaba otra Enemiga, por si un terremoto, por si una desgracia, por si un castigo del Señor, por si un cataclismo, por si otro diluvio, por si una epidemia, por si una plaga, por si lo que pudiera ser, fuimos bien porsiacaseros.


Para las galletas de limón, necesitamos: (25 galletas)
.


  • 350 gramos de harina para la masa , 20 gramos más para espolvorear la superficie de trabajo, 5 gramos para espolvorear las galletas 
  • 12 gramos de levadura en polvo
  • 300 gramos de azúcar
  • 125 ml de leche ( 1/8 de litro)
  • el zumo de 1 limón
  • 10 gramos de mantequilla ( para engrasar la placa de horno)
Elaboración:

Se cuela el zumo y se mezcla con la leche. La harina mezclada con la levadura, se tamiza y se pone en forma de volcán sobre la mesa de trabajo. Se le añade el azúcar y se vuelve a mezclar bien. 
Se vuelve a poner en forma de volcán y se deja caer, poco a poco la mezcla de la leche, al tiempo que se va a masando en movimientos circulares para que elos líquidos se vayan integrando bien y nos quede una masa que no se pegue a las manos.
Espolvoreamos la masa y la superficie de trabajo y la estiramos, dejándola de medio centímetro. Cortamos con un cortapastas redondo de 5 centímetros de diámetro.  Volvemos a estirar cuantas veces necesitemos.  Las colocamos separadas, crecen al cocer, y las espolvoreamos un poco con la harina reservada . Cocemos en horno precalentado a 180º, por arriba y abajo en el centro del horno. Las dejamos unos 10 minutos. 
Desprendemos con cuidado después de unos minutos fuera del horno y las degustamos calientes y espolvoreadas de azúcar glas o frías tal cual.
Algunas las dejé unos minutos más para que se dorasen bien.

Y listas para repetir.

¡¡¡Buen provecho!!

PITU DE CALEYA CON LANGOSTINOS, receta de Tere

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En estos días de verano apenas publico, ya me podéis perdonar. Espero disponer de un poco más de tiempo en unas semanas, pero no podía dejar pasar esta receta. Os aseguro que vale la pena.
Hace meses que tenía ganas de probar esta mezcla y gracias a mi sobrino que crió este hermoso pitu con esmero, pudimos saborear con gusto este rico plato. La receta se la debo a Tere, una vez más fue un acierto total. En esa libretina que me dejaron ella y Amparo, encuentro verdaderas delicias. Gracias amigas. Va por vosotras.  Espero que os animéis a visitarnos de nuevo para compartir más cosinas ricas.

A ver qué os parece-



PITOS DE CALEYA DE MI SOBRINO.
Un poema infantil de A. G. Ovies



BUZONADAS

Ya no me escriben cartas

-lloriqueaba un buzón-,

con lo que me gustaban

las palabras de amor.

Ya nadie me utiliza

para el correo. Ya estamos en el paro,

el boli y el papel,

los sobres y los sellos.

Voy a hacerme un cartel

en el que diga:

¡SE ADMITE TODO TIPO

DE SENTIMIENTOS! 


Para el pitu con langostinos, necesitamos:
.


  • 1 pitu de caleya en trozos
  • 1 kilo de langostinos grandes
  • 4 cebollas picadas menudas
  • 6 dientes de ajo también picado fino
  • unas ramas de perejil picado
  • un puñado de avellanas tostadas y trituradas
  • una cucharada de tomate natural triturado (le puse tomate frito)
  • unas guindillas o una cucharada de pimentón picante
  • un vaso de buen vino blanco ( le puse medio vaso más de brandy)
  • 2 litros de caldo de carne
  • aceite de oliva
  • sal
  • unos dientes de ajo y perejil picado para adobar

Adobar bien el pitu con ajo y perejil picado. En abundante aceite, y en una pota alta, para evitar quemarnos,  dorar bien el  pitu y reservar. En ese mismo aceite, freír los langostinos unos minutos.  Reservamos el aceite en  la pota.
Reservar por separado el pitu y los langostinos.  Poner a dorar la cebolla con el ajo en el aceite aún caliente y bien colado. NO LAVAMOS LA POTA DONDE DORAMOS EL PITU. Añadir el perejil picado y dejar hacerse.  Ponemos las avellanas
el tomate y las guindillas.  El vino lo ponemos a hervir en la pota con los restos del aceite y despegamos bien el fondo. Lo colamos y añadimos al conjunto. Dejamos que se integren bien todos los ingredientes, unos minutos. Tere a continuación tritura la salsa, yo la dejé tal cual.
Añadimos el pitu y dejamos que se vaya haciendo a fuego suave y añadiremos caldo caliente a medida que se vaya secando. Salamos. Una vez que el pitu esté tierno, ponemos los langostinos reservados y dejamos unos 10 minutos que cueza todo el conjunto. 
Y dejamos unos minutos tapado fuera del fuego.
Servimos bien caliente.


¡¡¡A ver si vos presta!!!

Dolor, tristeza y solidaridad: LUTO EN GALICIA

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Mais ve que o meu corazón
é unha rosa de cen follas,
i é cada folla unha pena
que vive apegada noutra

Quitas unha, quitas dúas,
penas me quedan de abonda;
hoxe dez, mañán coarenta,
desfolla que te desfolla...

¡O corazón me arrincaras
desque as arrincaras todas!

       Rosalía de Castro

LICOR DE GUINDAS CASERO

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Necesita unos meses de reposo. Este es del año pasado.
Va pasando, poco a poco, este verano. Primero con un tiempo lluvioso y frío y últimamente con unos días calurosos y propios de la estación. Espero que sean jornadas festivas y alegres para todos los que se acercan a esta cocina. Os deseo toda la felicidad posible y que aprovechéis al máximo el tiempo, disfrutando de la familia y de los amigos.

Y para esas reuniones en las que pasamos unas sobremesas en agradable compañía este licor de guindas viene como anillo al dedo. Mi vecina Leti tuvo la amabilidad de regalarme un cesto repleto de estos pequeños frutos y lo preparé.

Tengo varias fórmulas para  elaborarlo, pero esta vez me decanté por la que recoge un libro que una buena amiga me hizo llegar. Y no es un recetario cualquiera, perteneció a una amante de los fogones y viajó con ella desde Argentina. Viene cargado de historias e inundado de la esencia y la destreza de su propietaria:


Me gustaría desde aquí, agradecer este obsequio. Lo sabré valorar como se merece. Gracias.


Es un licor muy rico y fácil.  Un chupito bien frío nos presta en verano. A ver qué os parece.

Quisiera recordar con unos versos de A. G. Ovies, a nuestro querido D. Ángel. D.E.P.


AMPLITUD INFINITA

Algo tenemos de dioses e infinitos. Pero somos mortales. Algo llevamos como de flor y pájaro, como de trigo y tormenta. Algo nos pertenece en la amplitud de la palabra. Algo somos de las bahías y los árboles y de la blanca nieve. Algo somos del humo y de las fíbulas y de las definiciones.

Algo. Somos algo.

La tarde y la mañana. La tarde y la mañana. El cielo azul, la brisa, el aire. La estampa, los tejados, el llanto, la ventana. Somos la risa, el muro, la cantiga, el paisaje. Algo como el camino y los emprendedores.

Como el día y la noche. Como el día y la noche. Y el día y la noche.

A. G. Ovies, Las señas del perseguidor, Avilés 1999




Para el licor de guindas necesitamos:

  • 1/2 kilo de guindas
  • 3/4 de litro de agua
  • 750 gramos de azúcar
  • 3/4 de litro de alcohol (anís , orujo...)
Preparación:


Lavamos bien las guindas y les retiramos el palito. Mezclamos el azúcar y el agua y ponemos al fuego hasta que hierva. Dejamos enfriar. Colocamos las guindas en un recipiente de vidrio (yo las repartí en diferentes frascos de cristal) Una vez que enfríe el azúcar con el agua, lo ponemos por arriba y a continuación el alcohol. Yo le puse anís a unas y orujo a otra preparación. Dejamos reposar en un lugar oscuro y fresco, agitando de vez en cuando, como mínimo unos tres o cuatro meses.
Y listo para degustar. La autora del libro recomienda poner los palitos de las guindas también. Yo no los puse.  Además también dice que se debería colar y filtrar bien antes de embotellar. En casa dejamos las guindas en las botellas. Están muy ricas después de deshuesadas para poner en los bizcochos.
¿Brindamos? ¡Por todos vosotros!

PASTEL DE ALDEA, CON NATES, CHOCOLATE Y COCO

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Estos días de verano, especialmente en el mes de agosto, se celebran muchas fiestas en nuestro concejo. Entre ellas, en Ferrero, en el mismo corazón del Cabo Peñas, los vecinos veneran a su patrona, La Virgen de la O. Me gustaría felicitar a todas las personas que hacen posible año tras año su celebración y en especial a ese grupín de actores estupendos que interpretan magistralmente comedias propias de nuestra región, teatro costumbrista. Me recuerdan a la infancia, cuando nos reuníamos con sillas improvisadas ante grupos itinerantes y nos hacían soñar. Enhorabuena a todos, que vuestro entusiasmo cree escuela en el pueblo.
Y os dejo un pastel que solía preparar nuestra madre, con los recursos que tenía a mano, ahora casi un privilegio. Seguro que en muchas casas de aldea también se hace.
 A ver qué os parece.


Vista aérea de El Ferrero, Cabo Peñas, Gozón (Imagen copiada de elferrero.com)
Un poema de A. G. Ovies:

viodo.jpg
Viodo, Gozón
.
Volverás en verano

y encalaremos juntos la fachada del tiempo.

Aquí todo envejece a ritmo campesino

y te echamos de menos cuando tus rosas

revientan como un tiro de sangre.

Todos los días del año son los más oportunos

para añorar al ser que nos ha abandonado.

Pero tú volverás;

yo sé que te apetece escuchar las rodadas

de la infancia entre la manzanilla;

yo sé que tienes ganas de entender

qué dicen las gaviotas cuando rompen el sol a picotazos;

pero tú volverás              

porque han puesto autobús para llegar al nunca,

porque el pueblo se queda poco a poco,

porque quiero cambiarte unos cromos del llanto,

porque te necesito para labrar el frío.

Volverás a esa hora temprano

y los niños irán ya a la escuela en pantalones cortos

y te diré en secreto por qué cantan los gallos

y te llenaré un libro del olor de las cuadras.

Volverás porque, a veces, si nos falta algún rostro

el pasado es reciente a cada siempre.


Para les nates:

  • Leche cruda

Se cuece la leche lentamente y se deja hervir unos segundos, se retira del fuego y una vez bien fría, se retira la nata que la cubre. Se repite la operación hasta que apenas quede grasa en la misma.  Para una tazón de nates se necesitan unos 10- 15 litros de leche

Para el pastel, necesitamos:

  • un tazón de nates
  • un tazón de coco rallado
  • un tazón de azúcar
  • una tableta de chocolate de cocer
  • almíbar( un tazón de agua, medio de azúcar, medio de moscatel, la piel de medio limón y un palo de canela)
  • 400 gramos de galletas corrientes, alargadas
Elaboración:

Se mezclan les nates, el azúcar y el coco del que se reservarán dos cucharadas soperas para decorar. Se hace un almíbar con todos los ingredientes bien hervidos y se deja templar. Se cuela y se utiliza templado. Se deshace el chocolate con 5 cucharadas de agua, al baño María y se reserva al calor.
Se prepara una fuente cuadrada o alegada, en este caso cuadrada y se van remojando las galletas en el almíbar templado y colocando bien juntas hasta formar una primera capa que hará de base. Ponemos sobre ellas la mitad de la mezcla de les nates, aplastando con un tenedor. A continuación otra capa de galletas remojadas y una capa con la mitad del chocolate.
Otra capa de coco otra de galletas y terminamos con chocolate. Rayamos un poco el chcooclate, para que el coco quede por zonas más acumulado y dejamos enfriar. En nevera y mejor de un día para otro. Si se puede, mejor dos días, está más rica.
Y os invito a un trocín, os prometo un sabor único y estupendo. De los de toda la vida .
¡¡¡Buen verano!!! ¡¡¡A disfrutar!!!
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