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Channel: con la luz de mi cocina
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PECHUGA DE POLLO ASADA

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Hoy un plato barato, fácil y rico. Lo podemos dejar preparado con antelación porque queda hasta más rico.


Y un recuerdo especial para nuestra querida amigaElena, el pasado día 24 cumplió 99 preciosos años. Eres una luchadora y seguro que celebraremos muchos más.
Aunque con el calor, las flores se vinieron abajo...

Os dejo un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España:

Son más que yo

Sensaciones de una plácida tarde de verano

banugueselpicu.jpg
Sábado. Agosto. Dos mil trece. Me siento a contemplar el sol que ya se extingue. Hay un rumor de casa en todo el pueblo. En tardes como ésta bulle algo muy hermoso semejante a la vida. La hora del regreso, la casa acogedora, el olor de la cena. La candidez del día ya oscurece. Todo desprende mansedumbre y oro. Todo es inaprensible, grandioso, casual. Nada a mí alrededor menos endeble. Me sobrepasa cuanto existe y observo, cuanto calla y me ignora. Y entiendo que soy yo el que apenas conoce el por qué estoy aquí, tan sin sentido a veces.


Todo es muy superior. Me aventaja el gorrión que salta hasta las migas que pongo en el alfeizar. La higuera que, tranquila, espera hasta septiembre. La abeja que recorre las corolas del alba. El perfil de la noche con sus viejos contornos. Las hebras de la brisa que pasa suave y leve. Todo posee arraigo y entereza. Todo es continuidad, respuesta y testimonio. El pozo y el brocal. El poste y la alambrada. El fuego, la ceniza. Los tallos y la rosa. La espina que protege. Fluye en todo más voz que en mi palabra. En todo más verdad que en mi presencia, porque todo es impulso y situación. Todo un mínimo afán de lo aparente.


Son más estas hortensias que cada año retoñan. Más esta telaraña perfecta como un día, tan breve y consistente. Estos cuervos que cruzan la altura del verano. Este suelo donde hunden su eternidad los robles. El libre camachuelo, con su lamento grácil. Más, son mucho más los grillos, las chicharras y estas solas luciérnagas que encienden. Más que yo en esta noche, bajo esta magnitud de estrellas que salpican el cielo inabarcable. Más que yo que no ofrezco ni un poco del misterio y el aplomo que ofrecen.


Dicen más. Significan y asumen su temor y sus límites. Constituyen mejor la entidad que los nombra, el cuerpo que los finge, la tez que los contiene. Cualquier tramo de luz, cualquier gesto de roca, cualquier tímido musgo, cualquier fruto carnoso me fascina y excede. Porque son lo que indican su quietud y su inercia, lo que mira la tierra, lo que lava la lluvia, lo que el frío transita, lo que el amor intenta. Son lo que acaricia el aire, lo que carga el vacío, lo que conforma el todo, algo que yo no puedo casi nunca por siempre.


Para el redondo de pollo, necesitamos:

  • pechuga de pollo (  3 pechugas)
  • cebolla (6 cebollas)
  • dientes de ajo (6 dientes de ajo)
  • un vaso de vino blanco
  • una copa de brandy
  • sal
  • pimienta
  • aceite de oliva
  • para acompañar, espárragos, pimientos, puré de patatas...
Elaboración:



Salpimentamos y bridamos la pechuga, envolviendo bien para que quede apretada. Con el aceite frío ponemos los dientes de ajo a los que les daremos un corte, para que no revienten. Los doramos bien y  ponemos el pollo para que se dore también, le damos vuelta. Cuando esté bien dorado, quitamos los dientes de ajo, que reservaremos y añadimos la cebolla. Dejamos que se vaya haciendo lentamente.
Cuando esté transparente, ponemos el vino blanco y el brandy y dejamos que se evaporen bien los alcoholes, unos 20 minutos. Pasamos por el pasapurés o trituramos con un robot, la cebolla y los ajos pelados. Quitamos el hilo a la pechuga, cuando enfríe y la cortamos en rodajas de un centímetro más o menos. Colocamos en la salsa. Dejamos que se haga una hora a fuego lento. La salsa irá tomando un color dorado y espesando.
Hasta quedar así.
Servimos acompañado de la guarnición que queramos.
¡¡¡Y a disfrutar!!!
¡¡¡¡ Buen provecho!!!!


GALLETAS DE MANZANA

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Mañana día 8, se celebra el día de Asturias y volvemos las miradas a nuestra Patrona, La Santina de Covadonga. Desde aquí quiero hacer un sencillo homenaje a los productos de nuestra tierra y os dejo unas galletas, sin huevo, muy fáciles de hacer. Uniendo avellanas, nueces y manzanas, unos minutos de dedicación y el calor de un horno, conseguimos unas galletas muy ricas. Quiero advertir únicamente que las manzanas tienen que estar verdes y duras, para que no se deshagan al cocer. Y si son de las que se utilizan para hacer la sidra asturiana, mejor.
Espero que os gusten (Os dejo el enlace de una tarta para la Santina)


Un texto de A. G. Ovies:
ASTURIAS

banuguesdesde-penas.jpg
Tarde de agosto, desde el Cabo de Peñas, Asturias.http://www.youtube.com/watch?v=pbubmSXP8T0

Asturias, si yo pudiera, si yo pudiera contarte. Si yo pudiera decirte, y pudieras tú escucharme Por donde quiera que miro, por donde quiera que paso, no veo más que vacío, no piso más que pasado. Montañas que nos aíslan, caminos prejubilados, bosques enfermos de sombra, campos que ya no son pasto. Herrumbre, ruinas, raíles; carrizos, barro y barrancos. 

Aldeas donde el olvido sangra por todos sus caños, veletas desorientadas en el vano del tejado. Rosas silvestres que afirman la soledad de los marcos; gallinas que picotean del abandono los granos. Manzanos vivos de muérdago, vestigios de espantapájaros. Corredores donde esperan a sus difuntos los gatos. Bardales, zarzas, retamas; rodadas, berros y cardos.

Paneras donde agonizan las vértebras de los carros. Razas rurales que arriendan su identidad y sus sábados. Riqueza traicionada por subvenciones y pactos. Región para cazadores y dos osos amaestrados. Linderos que no limitan sino con los avellanos. Ríos de seca corriente, por más que sigan bajando. Abrevaderos, tritones, águilas, cuervos y grajos.

Comarca museizada en trisqueles y urogallos. Verde poeta a derroche en dípticos y calendarios. Tierra para telarañas y lamentos de venados. País con la lengua rota, trozada por artesanos. Tradiciones enristradas en vigas y diccionarios. Aire por el que ni surcan las crines de los caballos. Barrenas, frío, barbecho, terrones, cuadras y páramos.
Jóvenes aves que vuelan en pos de un cielo más claro. Espacio que no soporta su tanto espacio parado. Concejos que nadie habita más que la luz y los tábanos. Ancianos que se adormecen en los asilos urbanos. No sé, tal vez me equivoco, quizás fui siempre un romántico. Tal vez no pasan ni miran, por donde yo miro y paso. Asturias, si yo pudiera.Te vale más no escucharlo (La Voz de Asturias, 13-09-08).A. G. Ovies

   


Para las galletas de manzana, necesitamos: (38 galletas)


  • 100 gramos de avellanas crudas molidas
  • 100 gramos de nueces molidas
  • 200 gramos de manzana dulce*
  • 50 gramos de manteca de cerdo
  • 50 gramos de mantequilla
  • 100 gramos de harina
*Para la manzana dulce: (Sale más cantidad de la que necesitamos para las galletas, se congela)
  • 5 manzanas que no estén maduras troceadas muy pequeñas
  • el doble de peso de azúcar
  • zumo de 1 limón

Elaboración:
Comenzamos con las manzanas . El día anterior a la preparación de las galletas, ponemos la manzana picada en una pota, cubrimos con azúcar y dejamos caer el zumo de limón por arriba. Tapamos y dejamos en reposo al menos 12 horas. Transcurridas, removemos y ponemos a fuego muy bajo, hasta que se reduzca todo el líquido. Removemos de vez en cuando.
Cuando la manzana empiece a quedar pegajosa, apartamos y dejamos enfriar.( Después de unas dos horas) Reservamos.
Ponemos en un robot, o en una picadora, las nueces, las avellanas y la manzana. Picamos de nuevo, mezclando. Añadimos las mantecas .
Volvemos a mezclar, añadimos la harina y volvemos a mezclar. Formamos una bola . Queda una masa pringosa, pero que se desprende bien.
Formamos las galletas, aplastando una bola de masa del tamaño de una nuez pequeña, en la palma de la mano. Ponemos sobre papel de horno en placa. Dejamos cocer en horno precalentado a 180 grados, por arriba y por abajo, en la parte central del horno. Unos 12-15 minutos.
Dejamos templar en el papel, quedan muy blandas al salir del horno. Una vez tibias, las colocamos sobre rejilla hasta que se enfríen del todo. Y listas para degustar.

Quedan muy ricas, muy asturianas y desaparecen del plato al momento, ya veréis.

¡¡¡Feliz día de Asturias a todos!!!

MARAÑUELAS DE CANDÁS , receta de una güelina del Centro de Día

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El cestín lo hicieron los usuarios del Centro de Apoyo a la Integración de Candás. Muy guapo chicos.
Mañana, 14 de septiembre, se celebra en el precioso pueblo de Candás la festividad en honor al Santo Cristo. Muchas son las personas que se desplazan desde diferentes puntos de la región  para rezarle con fe. Siempre permanecerá en mi recuerdo lo bien que lo pasábamos cuando llegaba esta fecha. Nos reuníamos un grupo bien numeroso de amigos y familiares y marchábamos a Candás, con los bocadillos, las empanadas, tortillas y manteles, para comer en Santarúa, rezar a los pies del Santo y bailar en la Baragaña... Típica es la foto familiar en las escaleras que conducen a la iglesia y que los más devotos suben de rodillas... Sin olvidar las atracciones: los caballitos, las tómbolas, lanchitas y el torturador vaivén ( si te soltabas las manos te caías y si no te las soltabas, la falda se subía hasta la cabeza para auténtico regocijo de los chavalinos, que siempre se sentaban enfrente) Visualizo todo y el olor a pólvora de volador parece que me llega...

Hoy quiero desear a todos los candasinos unas felices fiestas y publico unas marañuelas. La receta se la pidió mi sobrino a una güelina del Centro de día de Mayores.  Gentilmente me la hizo llegar y además anotó también la de los bollos. Me prestó mucho, le mando un beso y las gracias. Así las preparé. Muy ricas.
El Santo Cristo de Candás, en procesión multitudinaria. (Foto gentileza de María Teresa Álvarez)
Foto gentileza de María Teresa Álvarez.

Y también unas palabras para Gozón, pueblo hermano, de A. G. Ovies, en La Nueva España.

De Gozón y sus sitios

Semblanza en la memoria de los rincones de un hermoso concejo

banuguesverano.jpg
Bañugues.
 De Bañugues recuerdo la vida entre gaviotas y güinches que giraban sobre brea y nordeste. Y aquellos chatarreros con furgones muy viejos, que rompían el silencio voceando qué compraban. Y radiantes mañanas como ilusiones nuevas. Y lanchas, bien pintadas, con nombres de mujeres. La Ribera, Cerín. La sirena de Peñas, con su ronco lamento. La calma de El Llugar, La Quintana y la escuela. La tienda de Benina. La bruma mañanera que tapaba Llumeres. De Luanco, Santa Ana, su blanco cementerio entre eucaliptos altos. El Crucero y Falín, con carbón siempre a cuestas. El gris economato. La cochera y los Roces. La conservera, el ruido de sus máquinas lentas. Don Ignacio y la fiebre. El Adel. Las Delicias. La Hestoria y sus bohemios. Y el olor a tergal de grandes almacenes.


De Bocines y Cardo, los prados extendidos, sus huertas cultivadas, sus casonas antiguas, con palmera y balcones, sus cuadras gigantescas, sus paneras esbeltas, toda su superficie como riqueza en ciernes. Y el cuerpo de Antromero, amante de la playa. De Nembro aquel ramal que lleva a Susacasa. Y la loma de Busto, que nunca se divisa. Y las fincas hermosas que lindan con Balbín. Y el molino del cruce que había en Faraguyes. Y los molinos de agua de San Jorge de Heres. Heres, horizonte y maizales, primavera y verbenas, Gelaz. Ladia y su carro con berzas y con leche.


En Viodo estaba todo. El Ferrero y el vértigo. Solarriba, Tezán. Caminos conocidos, caserías muy prósperas, seres inolvidables. El pan más delicioso. Viodo fue grande en mí. Había tanta luz como ahora tanta muerte. Y de Verdicio aún veo la iglesia que se asoma, las dunas que admirábamos, el viento de Tenrero, las curvas que conducen a Podes y a su gente. El Caleyón, mi infancia, Jesusa, Adolfo, agosto, la leche recudida, el candor de Avilés, el corredor que mira la silueta de Ambiedes. Ambiedes, lejanía de donde viene el médico y allí donde mi tío descansa eternamente. Atajos que se escurren por el suelo de Vioño. Lindes de Manzaneda, pomaradas inmensas que suponen el mundo, palacios escondidos, castañedos que cercan la mudez de Budores, matorrales que envuelven el pasado y sus puentes.


Laviana y sus fronteras, Zeluán, Endasa, Nieva. Qué largo aquel trayecto que hicimos tantas veces. Siderurgia y canteras, tolvas, fábricas, dragas, grúas descomunales, barcos, óxido, humo. Parroquia en la que acaba la gama de los verdes. Gozón, hierba, salmoria, acantilado y raza, comarca que resurge, tradición que perece.


Para las marañuelas de Candás, necesitamos:



  • 1 docena de huevos, clara y yema.
  • 1 kilo y medio de azúcar
  • 600 gramos de manteca cocida
  • rallo de 4 limones
  • 3 kilos de harina ( necesité 2 kilos y cuarto, depende del tipo de harina y el tamaño de los huevos)
  • 1 paquete de levadura tipo Royal
  • 2 copas de anís
Elaboración:
Cocemos la manteca, lentamente, hasta que se quite toda la espuma y logremos un color dorado. La colamos bien y dejamos que se temple un poco.


Poner dos kilos de harina tamizada en volcán. En el centro cascamos los huevos, ponemos el rallo de los limones, la manteca templada,el azúcar y las copas de anís. Vamos amasando, en movimientos envolventes, del centro hacía los lados, para evitar que los líquidos se salgan de la harina. Añadimos más harina a medida que la vayamos necesitando. Tiene que quedar una masa parecida  a la plastilina, suave y elástica.
Nota: es importante amasar antes de que se enfríe la manteca, queda mucho mejor la masa y más manejable al darle forma.
Hacemos un rulo y formamos las marañuelas, lo podemos ver aquí. Para hacer la flor, hacemos un rulo, lo aplastamos y damos unos cortes, sin llegar al final, para que no se rompa la flor. Enroscamos. Colocamos en placa de horno forrada con papel y damos un poco de forma a los pétalos.
Cocemos en horno precalentado, a 160º. Dejamos enfriar sobre rejilla.
Otra posible forma.
Y más.
En una lata, se conservan mucho tiempo.

Un rico bocado.

¡¡¡¡Buenas fiestas y que aproveche!!!!

PRINCESITAS (Receta de Anun)

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Otro dulce. Esta vez unas princesitas. Un bocado excelente, de pastelería asturiana, para el paladar más exquisito.

Este fin de semana, como cada año, toca la celebración de Nuestra Señora del Carmen en el pueblo de Bañugues. Una fiesta que estos días nos trae un poco de añoranza, recordando a nuestro querido párroco Don Ángel, impulsor de la misma desde su llegada,  hace más de cincuenta años. Él, Marianista al cien por ciento, propuso la idea a los mariscadores que terminaban la costera de la langosta por estas fechas y aceptaron gustosos honrar a su Virgen de esta manera. Así, año tras año, se sigue subiendo la imagen de la Santa en procesión, el último sábado de septiembre,  desde la iglesia parroquial hasta el Pósito de Pescadores, pernocta aquí y al mediodía del domingo se la lleva, de nuevo en procesión, de vuelta a la iglesia.( Don Ángel ya descansa al los pies de la Madre y reza por nosotros, seguro)

Con estas princesitas, venero a la Patrona, recuerdo a Don Ángel y felicito a todos los marineros, a la Asociación de Vecinos por los actos y a quienes participen de los mismos.

Espero que os gusten


Unos versos de A. G. Ovies:


PATRONA DEL MAR

Reina de las olas
y los pescadores,
ya suena la Salve
de la iglesia al Monte.

Dueña de la mar
y de los timones,
guíanos el rumbo
y los corazones.

Patrona del agua
y del horizonte
alúmbranos siempre
las costas del Norte.

Ama del océano
Estrella en la noche,
Rosa de los vientos,
no nos abandones.

Madre de consuelo
y los pescadores
te suben, te rezan
de la iglesia al Monte.



La receta se la debo una vez más a mi amiga Anun, es de su curso de pastelería. Muchas gracias amiga.



Para las princesitas, necesitamos:
Masa:

  • 125 gramos de almendra molida
  • 125 gramos de azúcar glas
  • 1 clara de huevo
  • rallo de 1 limón
Yema líquida:
  • 33 gramos de azúcar
  • 25 gramos de harina
  • 1 huevo entero
  • 66 gramos de azúcar para el almíbar
  • 91 gramos de agua para el almíbar
Cobertura:
Se pone la misma yema líquida, pero yo las glaseé con azúcar glas mezclado con agua

Elaboración:

En un bol se pone la almendra molida, el azúcar glas tamizado, el rallo de limón y haciendo un huequín en el centro, la clara de huevo. 
Amasamos poco, lo justo para que se integren los ingredientes.  Hacemos una bola, espolvoreamos con azúcar glas la mesa de trabajo y formamos un rulo.
Lo dividimos en trocinos pequeños, cogemos cada trocín y estiramos haciendo una especie de cigarrillo, del tamaño de los de chocolate. Lo cerramos en forma de aro. Tiene que quedarnos un aro del tamaño de una moneda de cinco céntimos de euro, para las princesitas que irán en cápsula de bombón y del tamaño de euro para si las queremos más grandes.
Colocamos en bandeja de horno, sobre papel, separados, al calentar, crecen. Los ponemos en horno precalentado muy fuerte y los dejamos hasta que doren un poco, muy poco, para que no se endurezcan. Sacamos y dejamos enfriar.
Mientras se enfrían, preparamos la yema líquida. Hacemos un almíbar al punto de hebra con los ingredientes del mimo. En un bol mezclamos el azúcar con la harina, batiendo para que no queden grumos, añadimos el huevo y mezclamos bien.
Una vez que esté el almíbar, dejamos caer en hilo fino sobre la mezcla del huevo, batiendo, hasta conseguir una crema suave.  Ponemos al fuego al baño María hasta que hierva, sin dejar de batir. Dejamos que se enfríe.
Ponemos sobre cada aro de masa cocida un poco de crema y tapamos con otro aro. Se bañarían con más crema de yema, pero yo las cubrí con azúcar glas y agua, añadí agua poco a poco a una taza de azúcar glas tamizado hasta que me quedó como una crema fina. Los cubrimos con ella. Se pondrían sobre una rejilla, yo los  fui cubriendo sobre una base de silpack  y recogí con una lengua  el sobrante de glaseado, lo aprovecho para un bizcocho.
Esperamos que se sequen y ponemos en cápsulas de las de bombones.
Y listas para disfrutar.
¡¡¡A ver si vos presten!!!



ROSQUILLAS DE LIMÓN, muy fáciles

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Dicen los que saben del tiempo que poco a poco los días se tornarán más otoñales. Y con el frío propio de la estación, cada vez apetecen más los fritos dulces acompañando una rica taza de chocolate o un cafetín. 
Hoy, os dejo unas rosquillas de limón que a nosotros nos gustan mucho. La receta es de Pilar Ovies, una conocida cocinera de raíces luanquinas, de su libro Tu cocina. Son muy fáciles de hacer y si contáis con la suerte de tener a mano limones caseros o ecológicos, descubriréis el aroma que desprenden al freír y el intenso sabor a este rico cítrico.
 A ver qué os parecen.

Os dejo un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España.

 LO QUE CABE EN UN NOMBRE

Bañugues, desde el antiguo Rompeolas.
Fotografía gentileza  de Nieves, Dulce y salado. Luz y color, gracias amiga
                                                                                                                                   (A Pepe, el de La Ribera, in memóriam)

Fue pronto, muy temprano. Pero tuvimos tiempo de despedirnos (lo de los funerales, puro trámite, como afirmabas tú muy a menudo). Me cogiste la mano y me pediste que te firmara un libro y te diera las gafas. Fue tan pronto que ni yo lo creía ni tú te lo esperabas. Pero hubo unas horas todavía y mientras recordamos aventuras y trances, yo medía lo mucho que cabe en un nombre, en cuánto te llevabas o se quedaba en mí, entre tu despedida y mi existencia.

La vida entera, la vida paso a paso, la cortedad del tiempo, la longitud del frío, las noches del verano, la playa de Bañugues, el fuego y la queimada, el sol sobre Moniello, las cunetas con cherva, los retos de la infancia, las fiestas de San Jorge, tu molino y la ñora, tu cara con las pecas, los domingos del Camping, tu casa en La Ribera.

Los años de instituto, tu vocación de escuela, la luz del Rompeolas, aquel viaje a los Lagos, tu apego a las hogueras. Los Stukas y Cuélebre, las romerías que hicimos, las obras de teatro, las carrozas, el Club, la iglesia vieja. Nuestra estancia en Santiago, las uvas de O Grobe, las vistas desde Vigo; las Cíes, la juventud, los sueños, la quietud de la ría y las mejilloneras.

Tu puerta abierta siempre, los sábados del Valpa, la época del Brumel y del Andros, el pop de Ricchi e Poveri, los días de los 80. La Marina, El Tomillos, Los Panchos y Mecano, las bravas, las mistelas. La colección de pósters, los guateques del Pósito, los primeros cassettes, las pandillas de siempre, las de los veraneantes. El brillo de la edad y las verbenas.

La lanchas y el cigarro, las risas con Maruja, las tardes con Teresa. La siesta tan sagrada. El olor del salitre y el tufo de la brea. El musgo de la rampa. La voz de las gaviotas. Las grandes caminatas. El Brisamar, las rocas del Fornón, la luna en Roballera, las brasas, las sardinas, las guitarras, alguna bronca que otra, algún enfado, algún capricho y muchas, muchas confidencias.

Cabe todo en un nombre. No somos más que un nombre. Tú estabas en la cama y yo pensaba: no puede ser tan rápido, no puede ser así. Pero así fue. Ahora estarás por siempre sobrevolando el turno de las horas, ceniza entre tu casa y las mareas.



Para las rosquillas de limón, necesitamos: (24 rosquillas)




  • 2 huevos
  • 4 cucharadas de aceite
  • 4 cucharadas de azúcar
  • una cucharada de agua
  • dos limones: de 1 limón la piel y el rallo, del segundo la piel, 
  • 1 cucharada de levadura tipo Royal
  • harina,  la que admita, necesité 380 gramos, pero depende del tamaño de los huevos y del zumo del limón
  • medio litro de aceite para freír, yo utilicé de oliva suave

Empezamos friendo la piel de 1 limón en medio litro de aceite.
Dejamos que se enfríe el aceite una vez que las pieles estén doradas.
En un bol, batimos los huevos con el azúcar, el rallo de 1 limón y 1 cucharada de agua.
Una vez que el aceite esté frío, colamos bien las pieles y separamos cuatro cucharadas de aceite,  el jugo de 1 limón y añadimos estos dos ingredientes a la mezcla de huevos, batiendo todo bien.
En 200 gramos de harina de repostería mezclamos la cucharada de levadurina y tamizamos. Vamos añadiendo a la mezcla de los huevos, mezclando. Añadimos más harina a medida que lo vaya necesitando. No hay que amasar mucho, lo suficiente para lograr una masa más bien blanda, pero que no se pegue a los dedos. Dejamos reposar cubierta con papel film, media hora. Transcurrida, tomamos pequeñas bolinas de masa.
Y presionando en el centro, formamos la rosquilla. Las vamos colocando sobre la mesa de trabajo, un poco engrasada con aceite, para que no se agarren a la misma. Con las tijeras, hacemos unos cortes que no sean muy profundos y las vamos friendo. Al principio de la fritura el aceite tiene que estar más bien templado y cuando estén fritas, les damos un golpe de calor para que queden doradas. 
Siempre las frío en un cazo y poniendo poca cantidad de rosquillas a la vez. Las vamos colocando en una fuente sobre papel de cocina. Una vez frías, las espolvoreamos con azúcar glas.
Y tendremos listas nuestras rosquillas de limón.

¡¡¡A ver si vos gusten!!!

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TERESITAS DE SARTÉN

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Esta vez la receta es de un libro de cocina antiguo: La moderna economía, de Carmina Fernández de Rivera, 1959, 5ª ed. Y se lo tengo que agradecer a otra buena amiga, sabía que lo cuidaría muy bien y me lo hizo llegar, acompañado de muchos más. Decir que me tocó el corazón es quedarme corta, seguro que si os gustan los libros, entenderéis muy bien este sentimiento. Gracias, Conchita, disfruto mucho leyendo las recetas, aunque me sea imposible publicar más a menudo. Pero ya iré poniendo las que sean fáciles y rápidas.
Gracias también a todas esas buenas personas que me rodean y me miman, y demasiado. Un beso.

La receta, unas teresitas de sartén, fáciles, económicas y rápidas de hacer, más aún de comer, pues si las hacéis, ya me contaréis.




Un poema de A. G. Ovies, de su último libro,Versonajes
FRUELA


Qué raro que tarde tanto...,


qué raro que no volviera,
si dejó las zapatillas
como otros días a la puerta.
Si se marchara de viaje,
me limpiaría la caseta
y me daría comida
y un bote con agua fresca.
Hace un mes que no aparece;
ya olfateé en la taberna,
no lo han visto ni en el pozo
ni en el bosque ni en la era.
Voy a a esperar unos días
y a ver si alguien me orienta.
Voy a recorrer el pueblo
y a llegarme hasta la iglesia.
La última vez, me parece, 
cuando le dolían las piernas
lo llevaron dos señores
de una furgoneta negra.
Y allí está noche tras noche
ladrando y aullando Fruela,
entre un blanco cementerio
y una sola y vieja escuela.   



Para las teresitas necesitamos:



  • 6 cucharadas soperas de aceite deshumado
  • 5 cucharadas soperas de azúcar
  • 3 cucharadas soperas de coñac
  • 2 huevos batidos
  • 1 cucharada de postre de levadura tipo Royal
  • un poco de sal fina
  • 1 taza de desayuno de harina
Además:
  • aceite para freír
  • azúcar para espolvorear
  • piel de 1 limón para deshumar el aceite



Elaboración:
Lo primero deshumamos el aceite, yo le puse unas pieles de limón y esperé a que se dorasen, se puede hacer con un trozo de pan duro. Dejamos que se enfríe.

Ponemos en un bol, el  aceite, el azúcar, el coñac, la levadura, los huevos batidos, la sal y la harina. Mezclamos bien, hasta que no quede ningún grumo de harina.  En abundante aceite, caliente, vamos poniendo masa a cucharadas . Yo las frío en un cazo, si ponemos pocas de cada vez, las teresitas dan la vuelta solas.
Las dejamos freír hasta que queden doradas, para las primeras que hice tenía el aceite más bien templado y me quedaron un poco descoloridas. Las vamos colocando en una fuente con papel de cocina para que absorba el aceite. 
Espolvoreamos con azúcar.

Y...¡¡¡ Seguro que desaparecen en poco tiempo!!!

PASTEL DE HIGOS Y MANZANA

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Dedicada a mi amiga Mariló, en del día de su cumpleaños. Mucha dicha, guapa.
Ya casi se termina la temporada de higos y no quería dejar pasar por alto este pastel. Me parece que es de los de repetir, nada dulzón y, curiosamente, predomina, entre todos, el sabor de la avellana. Muy fácil de hacer y mejor si la dejamos de un día para otro, en la nevera.
Aquí os la dejo, a ver qué os parece.

Estos días, en nuestra región y, en especial, en toda la familia minera, se pudo apreciar la complicidad y la unión ante el dolor por el trágico accidente en el que perdieron la vida varios trabajadores. Me apena, me llega al alma la tristeza y desde aquí mando un abrazo a quienes lloran y sufren por ellos. Estas hermosas palabras de mi amiga María Rosa Serdio, definen perfectamente el sentimiento más profundo. Os las regalo, con su permiso.
 Grande, Rosa, muy grande tu texto y tu persona: 


 NIEVE NEGRA 

Foto: NIEVE NEGRA Mª Rosa Serdio Ha nevado toda la mañana sobre la pena negra de los mineros. Ayer, como tantas otras veces, la realidad del mundo de las sombras salió a la superficie con su guadaña recién teñida de sangre sorprendida. He escuchado tantas historias paralelamente iguales en todas latitudes. He estudiado en la plazuela de pozo Fondón, a la luz de una bombilla trémula, mientras mi padre repartía la herramienta para el turno y yo esperaba su compañía, vestido de mahón ennegrecido y oliendo a grasa de martillo picador, para acercarme al autobús en el que yo iba camino de la salvación. He lavado, como hicieron mi abuela y mi madre, durante años consecutivos ropa de mina con sosa cáustica y cepillo de raíz, a mano, con agua hirviendo antes y cortante de fría en el aclarado en el lavadero de mi pueblo. Hemos compartido, cuando niños, la penurias de los tiempos de las largas huelgas, de las enfermedades asolando las familias, de los llamados accidentes de trabajo...mientras crecíamos escuchando historias de apoyo, heroicidad, solidaridad, riesgo y humana vecindad siempre con el miedo al grisú rondando por los espacios donde se esconden los pájaros vigías de la existencia. Otra vez el gas ladrón nos ganó ayer la batalla. Otra vez hoy tampoco cantan los pájaros. Descanso para los mineros muertos en el paraíso de las aves vigilantes.
                               


Ha nevado toda la mañana sobre la pena negra de los mineros.


Ayer, como tantas otras veces, la realidad del mundo de las sombras salió a la superficie con su guadaña recién teñida de sangre sorprendida.



He escuchado tantas historias paralelamente iguales en todas latitudes. He estudiado en la plazuela de pozo Fondón, a la luz de una bombilla trémula, mientras mi padre repartía la herramienta para el turno y yo esperaba su compañía, vestido de mahón ennegrecido y oliendo a grasa de martillo picador, para acercarme al autobús en el que yo iba camino de la salvación.

He lavado, como hicieron mi abuela y mi madre, durante años consecutivos ropa de mina con sosa cáustica y cepillo de raíz, a mano, con agua hirviendo antes y cortante de fría en el aclarado en el lavadero de mi pueblo.

Hemos compartido, cuando niños, la penurias de los tiempos de las largas huelgas, de las enfermedades asolando las familias, de los llamados accidentes de trabajo...mientras crecíamos escuchando historias de apoyo, heroicidad, solidaridad, riesgo y humana vecindad siempre con el miedo al grisú rondando por los espacios donde se esconden los pájaros vigías de la existencia.

Otra vez el gas ladrón nos ganó ayer la batalla. Otra vez hoy tampoco cantan los pájaros.

Descanso para los mineros muertos en el paraíso de las aves vigilantes.

Mª Rosa Serdio

Para el pastel de higos, necesitamos:

  • 600 gramos de manzana limpia y cortada en trocinos( aproximadamente, 1 kilo)
  • 75 gramos de avellanas tostadas y molidas
  • 75 gramos de almendra molida y tostada
  • 100 gramos de mantequilla
  • 150 gramos de azúcar moreno
  • 4 huevos
  • 225 gramos de harina bizcochona o 225 gramos de harina y dos cucharadas rasas de levadura tipo Royal
  • higos
  • gelatina de manzana para decorar o mermelada de albaricoque, melocotón... 
Elaboración:


Pelamos las manzanas y las picamos en cachinos pequeños. Tostamos la almendra y las avellanas y las molemos después de frías. Ponemos en una sartén la manzana, la mantequilla y el azúcar moreno y dejamos que se vaya friendo la manzana hasta evaporar los líquidos del conjunto. Dejamos enfriar.
Mezclamos la harina de los frutos secos con la manzana. Añadimos los huevos 1 a 1. Ponemos de golpe la harina tamizada.
Mezclamos bien y ponemos en molde forrado con papel de horno. Partimos los higos al medio y decoramos a nuestro gusto. Cocemos en horno precalentado a 180 º, por arriba y por abajo en la parte central, con aire. En mi horno, de sobremesa, tardó en hacerse 3/4 de hora. Pinchamos con una aguja para ver si sale seca.
Dejamos enfriar y pintamos con gelatina de manzana o mermelada de melocotón cocida y pasada por la batidora

Mejor de un día para otro.
Queda una tarta muy suave
¡¡¡Buen provecho!!!


PASTEL DE CALABAZA Y QUESO

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A pesar del poco tiempo que le puedo dedicar al blog en estos últimos meses, intento publicar los postres de temporada qué, pienso, merecen la pena. Esta vez le toca a la calabaza, está en su mejor momento.
Y hoy, os dejo un pastel estupendo para cualquier celebración. Muy suave y con un aspecto muy apetitoso. La calabaza le da ese color tan guapo y a quienes no les guste su sabor, se que a varias amigas no les va especialmente, deciros que apenas se nota, se aprecian más el resto de ingredientes.

Un poema deA. G. Ovies:
Fisonomía de Occidente
         atardecer.jpg                                                                                                                         


Mi voz sube al ocaso su mirada.

Mis ojos hoy se posan al poniente.

Mirándote percibo por qué el cielo

derrocha tanta púrpura al perderse.

Belleza que una abuela tiende al verde.

Cordales que amurallan el futuro.

Aspas que roturan el horizonte.

Sendas que peregrinan por las brañas.

Paneras donde curten los anhelos.

Colmenas donde los brezos destilan.

Siluetas de ganado entre la niebla.

Aldeas con carácter de pizarra.               

El corzo joven que olfatea el mundo.

El acebal que no conoce el tiempo.

Parajes donde sólo ha entrado el eco.

Molinos que esperan un grano de agua.

Vegas que no han cansado de su sombra.

Cangas que han renunciado a distanciarse.

Ríos que jamás han retrocedido.

Montañas que nunca dieron la espalda.                   

Minas como mujeres ya maduras.

Viñedos que se trenzan a la vida.

Lagos donde la altura desahoga.

Pantanos donde aún suenan campanas.

Acantilados que bajan al norte.

Poblados que se apiñan en el vértigo.

Poblados con la mar hasta los hombros.

Poblados con los pies sobre las playas.

La luz indiana de la atardecida.

Los monasterios con su gesto lánguido.

La cal viva que viste el cementerio.

El corredor donde airean las sábanas. 

El aroma rural del mediodía.

La plata de los peces en las lonjas.

El volumen tan viejo de los quesos.

La hora lenta en que tornan las lanchas.

Dólmenes con su soledad a cuestas.

Concejos nietos de la artesanía.

La antigua arquitectura de los campos.

El castreño solar de la esperanza.

Qué más puede pedírsele a la tierra,

qué menos esperar de esta vertiente.

Mirándote comprendo por qué el sol

quiso morir a diario en occidente.


(Texto leído en Teatro de Tineo. Noviembre de 2006)

Para el pastel de calabaza y queso, necesitamos:


  • 300 gramos de calabaza, ya cocida y bien escurrida
  • 300 gramos de queso tipo Villalón
  • un bote pequeño de leche condensada
  • 3 huevos
  • 100 gramos de almendra cruda molida
  • gelatina de manzana o mermelada de melocotón, para pincelar por arriba
  • una plancha de hojaldre
Elaboración

Batimos todos los ingredientes en la batidora, menos el hojaldre que colocaremos sobre papel de horno en un molde bajo. Lo pinchamos bien por la base y lo dejamos en el congelador unos minutos, mientras calienta el horno a temperatura máxima. Cuando el horno esté bien caliente, colocamos en la parte del centro y lo dejamos hasta que tenga un bonito color dorado ( si se inflase demasiado, lo aplastamos un poco en caliente). 
Si quedase alguna burbuja, aplastamos con la mano, por la base, esperamos que se enfríe y colocamos la crema de la calabaza y el queso. Volvemos a meter en el horno, que seguirá caliente y lo dejamos cocer. En mi horno, media hora a 220º y un cuarto de hora más a 200º. Por arriba y abajo.
Sacamos del horno, colocamos sobre rejilla y cuando podamos manipular fácilmente el molde, lo quitamos y lo dejamos enfriar por completo. Pincelamos con la gelatina o mermelada. Servimos, yo espolvoreé un poco de canela molida.


Un rico bocado, os sorprenderá, de verdad.
 ¡¡¡A disfrutar, sed felices!!!

PUDIN DE CASTAÑAS

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¡¡¡Qué ricas están las castañas!!! Cocidas, magostadas, en tartas y, cómo no, en pudin. La receta me la dio mi prima Mari, a la que le encanta cocinar y deja buena herencia de su saber a sus hijas, excelentes cocineras las dos. También quiso hacerme partícipe y me regaló una extensa lista de recetas, recopiladas a lo largo de los años en una libreta. Me hizo una ilusión tremenda y ella lo sabe. Besos desde aquí, guapa.
El pudin, llena bastante, por eso las raciones tienen que ser pequeñas. Poco y bueno, mejor, ¿verdad? Espero que os guste.

  • Por cierto, deciros ( seguro que ya lo sabéis, pero, por si acaso sirve el consejo) que congelan perfectamente,  peladas. Aprovechando la temporada, las guardo en paquetinos de medio kilo y el resto del año las preparo en cualquier momento,  cocidas en agua hirviendo con un chorrín de anís, unos anisinos molidos y un pellizco de sal.




Un poema de A. G. Ovies
Otoño en flor



(AGO. Ocre y silencio. Valdemurio. 2011)


Hojas caídas.

Mis pies sobre el otoño.

Sobre mí, el tiempo.


Para el pudin, necesitamos:


  • 1/2 kilo de castañas, y unas pocas más para decorar
  • 1/2 litro de nata
  • 5 huevos
  • 125 gramos de azúcar
  • 200 gramos de azúcar, para el caramelo
Elaboración:

Pelamos las castañas y las cocemos en agua hirviendo, con un poco de sal, hasta que estén blandas. Las pelamos y reservamos.  Cortamos al medio unas pocas para decorar, 10- 12. Ponemos el azúcar en una sartén con una cucharada de agua y lo dejamos a fuego suave hasta obtener un caramelo.

 Colocamos el azúcar en el fondo del molde y antes de que se enfríe, colocamos las castañas reservadas para decorar. Dejamos que se enfríe.
Ponemos los huevos, las castañas reservadas, el azúcar y la nata en un bol y con la batidora mezclamos batiendo bien. Colocamos el conjunto en el molde preparado y ponemos al baño María en horno precalentado a 160º. Dejamos cocer , aproximadamente unos 3/4 de hora. 
Dejamos enfriar sobre una rejilla. Volcamos con cuidado.

Y servimos, en este caso acompañé con unas figurinas que preparé con caramelo.

¡¡¡¡A ver si vos gusta!!!!

LENGUADO RELLENO MARISCADO, AL HORNO

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Después de tantas recetas dulces, hoy vamos a algo salado. Una propuesta que bien puede servir para estas fiestas que se acercan y que, aunque necesita un poco de nuestro tiempo, no resulta muy complicada de realizar. Podemos utilizar lenguados, andaricas (nécoras), mejillones y almejas de los congelados, queda también muy sabrosos.
Nuestra madre preparaba los lenguados rellenos y nos ponía una cazuela de barro sobre la mesa para que nos sirviésemos directamente de ella. Así se mantenía más tiempo caliente el conjunto. Por cierto, la bandeja en la que hoy presento el plato es un regalo que le hicieron para su boda.




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El día 3 de diciembre, se celebra el día de la discapacidad. Soy de las personas que opinan que `los días´ pueden ser útitles para concienciar un poco a la sociedad de los problemas que diariamente afectan a muchas personas. Ojala las autoridades, los gobernantes, los que tienen el poder, se sensibilicen y dejen de restar ayudas, subvenciones y cualquier tipo apoyo. Por desgracia, este colectivo es uno de los más perjudicados y solapados en estos malos tiempos económicos, los recortes están dejando muy desamparados a miles de ciudadanos sin poder adquisitivo y con discapacidades invalidantes. Vaya desde aquí todo mi respeto por ellos y mis palabras de ánimo.

Un poema de A. G. Ovies, de su último libro, `Versonajes´, ilustraciones Ester Sánchez, editorial Pintar- Pintar.

Pepe





Para el lenguado, necesitamos: (4 raciones)

Para el relleno:

  • un cuarto kilo de gambas peladas, picadas
  • 200 gramos de mejillones, sin cáscaras, picados
  • media cebolla
  • medio pimiento rojo, pelado
  • aceite
Para la cazuela.
  • 8 filetes de lenguado
  • 2 dientes de ajo
  • 1 cebolla y media
  • 2 tomates medianos, pelados y troceados
  • una cucharada de maicena
  • un vaso de buen vino blanco
  • 100 gramos de mejillones, sin cáscaras
  • 12, 14 almendras tostadas
  • una cucharada de perejil picado
  • 1 kilo de patatas
  • aceite, sal
  • 4 andaricas (nécoras)
  • medio kilo de almejas

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Elaboración:

Lo primero dejamos una media hora las almejas a remojo en agua salada, para que suelten arena, si la tuviesen. Las escurrimos bien. Reservamos en la nevera, tapadas con un paño.
Lavamos bien las patatas y las cocemos en agua hirviendo salada, una media hora, depende del tamaño de las patatas. Las escurrimos, una vez cocidas, y las pelamos en caliente, con cuidado de no quemarnos. Las troceamos y reservamos.

Pochamos un poco la cebolla y el ajo del relleno, ponemos los pimientos picados pequeños, le damos unas vueltas y añadimos las gambas y los mejillones, picado todo, rehogamos unos segundos.
Colamos el relleno, reservamos. Una vez que el relleno esté frío,  rellenamos los filetes de lenguado, previamente salados. Colocamos sobre un filete unas cucharadas de relleno , ponemos arriba otro filete y los unimos con unos palillos. Reservamos.

Preparamos la salsa para la cazuela: troceamos la cebolla y la doramos, añadimos el tomate troceado, pelado, dejamos que se cueza el conjunto. Ponemos la maicena y le damos unas vueltas, incorporamos el vino y dejamos que se cueza unos minutos, para que evapore el alcohol. Ponemos los mejillones.



El perejil y las almendras. trituramos todo muy bien. Doramos las patatas reservadas en aceite bien caliente. Ponemos en la cazuela unas cucharadas de la salsa y arriba las patatas.
Los lenguados, sobre ellos un poco más de salsa.
En una sartén colocamos a fuego fuerte las almejas y esperamos a que se abran. Colamos el caldo resultante  y reservamos.
Repartimos las andaricas cortadas al medio, echamos por arriba el caldo de la cocción de las almejas, un poco de sal, el resto de la salsa y colocamos la cazuela en el horno precalentado, a 180º. Dejamos que se haga el pescado, unos 12- 15 minutos, aproximadamente, después de que empiece a hervir. Cinco minutos antes de terminar, ponemos las almejas repartidas por la cazuela. Servimos inmediatamente.

Quedan todos los sabores en el pescado (Por cierto, antes de llegar a la mesa, `desaparecieron´varias patatas..)



¡¡¡¡Para mojar pan, mucho pan!!!!

 ¡¡¡¡Buen provecho!!!!

BOMBONES CON LECHE CONDENSADA

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Económicos, fáciles y ricos.
Entramos en la antesala de las Navidades... Posiblemente, con la difícil situación económica que atravesamos, sean días un poco más tristes y crueles para los que pasan dificultades. Se invita a cada minuto al consumo y deberíamos ser cada vez más sensatos, para no picar en el anzuelo del mercantilismo. Por eso, el preparar nosotros algún dulce navideño es una manera de ahorrar y de saber, además, lo que consumimos.
Hoy os dejo unos bombones estupendos, muy fáciles y rápidos de preparar y bastante baratos; con las cantidades que os apunto, salen un montón. Si los preparamos del tamaño de una nuez pequeña, aproximadamente, nos resultan 75 unidades.

A ver si os gustan.

Para mi amiga Inma.


Un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España

Versos por siempre
Palabras para llenar el mundo y hacer al hombre eterno



Versos de oro para la orientación de tu mirada y las palabras que nunca más se digan. Para los adversarios de la desilusión. El mundo está vacío sin poemas que canten la verdad y el misterio de estar vivos aquí, sobre la tierra. Versos que nos mantengan aún con el deseo de amanecer a diario y abrir, de par en par, la vida. Que salvaguarden la blandura del pan y el linaje esponjoso de las frutas. Y oculten el aroma de los días de frío junto al fuego. Y nos hagan seguir, muy pese a todo, en pos de la armonía y la belleza.

Versos que actualicen la pena de quien incide en crímenes y oscurezcan sus noches más que la soledad y la tristeza. Más que la desazón y la tortura. Más que la enfermedad y el infortunio. Que filtren en su carne como un tatuaje atroz de maldición rotunda y le pudran la sangre y le roan la lengua. Poemas que nos cambien de pronto, por completo, que nos vuelquen el corazón y rompan definitivamente las torpes ataduras que nos prenden. Que nos cieguen los ojos con luz desprevenida y amor en hebra.

Versos que permanezcan hasta la última rama de la genealogía, mientras que exista un pájaro, un águila, una estrella. Y prolonguen el brillo de nuestra brevedad, los frágiles vestigios de la ralea humana. Y expliquen el por qué de nuestra condición y nuestra decadencia. El por qué de lo que somos y de lo que nos une. Que sean testimonio de lo que no supimos amar como debiéramos. De lo que no quisimos honrar como podíamos. De cuanto no entendimos ni miramos tan solo. Poemas donde se oiga cómo afloran las fuentes. Cómo acuden puntuales los ocasos. Cómo abre sus pétalos el sol de primavera.

Poemas desde hoy hasta la libertad. Mensajes que esparzan como una bruma dócil la manida esperanza, necesaria esperanza de integridad y épocas, de proyectos y rutas que generen resuello y lucidez y júbilo. Vocablos nuevos, tentadores y ardientes, capaces y certeros. Ajenos a las riendas del poder y a las falsas promesas. Poemas que apetezcan como un abrazo hondo, como un cuerpo muy joven, como un susurro grato, como un soplo de aire, como agua muy fresca. Versos que nos inquieten y nos derrumben, que nos ensueñen como nanas de antaño, como lugares gratos, como lustros muy prósperos, como voces abuelas.

Para los bombones, necesitamos:



  • Un bote de leche condensada grande
  • 200 gramos de galletas tipo María
  • 200 gramos de avellanas tostadas molidas
  • 100 gramos de almendra molida
  • 50 gramos de coco rallado
  • un sobre de azúcar avainillado
  • 4 cucharadas de cacao puro en polvo, sin azúcar
  • cacao en polvo, azúcar glas, para espolvorear
Elaboración:

Molemos las galletas, las avellanas y mezclamos 
Añadimos la almendra, el coco y el azúcar y volvemos a mezclar muy bien. Ponemos las cucharadas de cacao y terminamos de mezclar. Dejamos reposar  la masa resultante al menos un par de horas y pasadas, formamos con una cuchara grande y otra pequeña unas bolinas,
Que terminamos de bolear en la palma de la mano. Envolvemos en azúcar glas o en cacao, ponemos en cápsulas de papel y las dejamos reposar unas 24 horas, mínimo, a temperatura ambiente.
Y podemos disfrutarlos.
Están muy ricos.

¡Ojalá os endulcen estos días de frío!

FELICES FIESTAS

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Portalín reciclado, mérito de mi sobrino.
Ahora toca parón navideño. Además llega el frío y apetecen mucho las reuniones, comidas familiares y cenas entrañables, propias de estos días. Espero que disfrutéis de vuestros seres queridos y es mi deseo que la llegada de Jesús, sea sinónimo de FELICIDAD, PAZ Y AMOR, para todos.
Gracias por haber compartido conmigo este año, por vuestros comentarios de apoyo y sobre todo, por seguir esta humilde cocina, cuyo fin es recopilar las recetas facilitadas generosamente por amigos y familiares así como las propias. Sin vosotros y sin ellos no sería posible.
Un abrazo a todos: los que me visitan, de los que aprendo cada día y quienes me regalan sus platos.

Poema inédito en castellano de A. G. Ovies








RAVIOLIS DE LANGOSTINOS

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Como cada año, empezamos con todos los mejores propósitos. Quedan muchos días para conseguirlos, ojalá la tenacidad nos acompañe con la misma ilusión con la que los deseamos y lleguemos a buen puerto (en mi caso, rara vez logro el veinte por ciento...)
Y ya de nuevo en la cocina, hoy os dejo una receta estupenda para un primer plato festivo. Parece mucho más complicada de lo que resulta tan pronto nos ponemos manos a la obra. El paso más importante es el momento de aplastar los langostinos. Tenemos que procurar no dejar huecos para que el relleno no se escape al cocinarlos.
Una manera más práctica, es prepararlos en el horno, porque se hacen todos a la vez y es más rápido. Para ello, el horno deberá estar a máxima temperatura, por arriba y por abajo, los pondremos en la parte central, unos 5 minutos, regados con un chorrín de aceite..
A ver qué os parece.

Os dejo un texto esperanzador de A. G. Ovies:

AÑO NECESARIO
Publicado en La Nueva España, 31-12-2013
En la foto, Llumeres.
Tendrá que ser pronto, porque es necesario. Ahora, quizá, sin demora alguna. Sin más dilación. Reventará un año y emergerá un mundo diferente y próspero. Una sucesión de siglos triunfantes. Un ciclo propicio para los jirones de la libertad y las trabazones de los sentimientos. Una época íntegra con aire muy puro y corazón sano. Y de este futuro tan próximo y ruin, tan opaco y frío, tan mediocre y yermo, tan timado y lúgubre, haremos pasado. No puede atrasarse. Ha de suceder. Tendrá que ser ya. Urge su llegada. Estamos cansados.

Volverán los campos a sentir el silbo de los labradores, la azada el grosor del hambre y la siembra, y el amanecer el canto del gallo. De nuevo estarán los pueblos repletos de humanos radiantes, las aldeas pobladas, las cuadras calientes del vaho del ganado. Los altos graneros colmados de viandas. Y las chimeneas humearán todas al caer la noche, cuando los hogares enciendan la hora del fuego sagrado. Volverá el bullicio de los lavaderos y el rumor de brisa de la ropa blanca. Y la voz obrera del que anuncia el pan, día a día, temprano. Y la primavera con su pensamiento fulgurante y regio, con sus carruseles de deseos silvestres y fragancias púberes y tardes larguísimas y horizontes amplios.

La tierra pondrá su benevolencia. Lo mismo que el agua, la espiga y el árbol. Así como el clima, la salud y el grito. La sombra, el respeto, el otoño, el sol, el afecto, el canto. Y por vez primera sobrarán recursos para la equidad y el contentamiento. Cada cual tendrá lo mismo que el otro, como cinco dedos hay en cada mano. Abundarán aves, frondas, peces, bayas. Buena voluntad, tesón, tolerancia. Y caminos fáciles portarán vigencia a los relegados. Nunca será poco lo que es suficiente. Nunca faltará lo fundamental. Jamás el exceso hará tanto daño.


Un transcurso blanco como nieve blanca. Un espacio limpio cual arroyo intacto. Con luz, con moral, con honestidad, plenitud y credos. Querremos vivir, dilatar los meses, prorrogar los años. Unos seres nuevos, proclives al bien, con hondos sentidos, que procurarán a todo su esencia, a todos, su espacio. Todo con el mérito que le corresponda. La luna, su cielo, la paz, su infinito. Los padres, sosiego, el joven, trabajo. Pero apremia el tiempo. Andamos perdidos. No hallamos salida. Ha de ser muy rápido.



Para los raviolis de langostinos, necesitamos: (4 raciones)
  • 32 langostinos medianos, crudos 
Para el relleno:
  • 300 gramos de gambas peladas
  • 100 gramos de jamón, mejor ibérico
  • 4 pimientos morrones
  • 3 dientes de ajo
  • 100 gramos de queso cremoso
  • aceite de oliva
Para acompañar:
  • patatas fritas, puré de patatas, arroz blanco....
  • perejil picado
Elaboración:


Pelamos los langostinos y los colocamos sobre un papel film extendido, enroscados, invirtiendo la posición de cada langostino para darles forma redondeada. Tapamos con otro papel film y con la palma de la mano o con un plato, aplastamos, dejándolos lo más finos posible y formando unas bases redondeadas.
Formamos paquetinos y los ponemos en el congelador . Mientras se congelan, hacemos el relleno. Picamos menudas las gambas, el jamón y los pimientos. Hacemos lo mismo con los ajos que los doraremos en la sartén con aceite. Ya dorados, añadimos el conjunto de las gambas.
Ya dorados, añadimos el conjunto de las gambas a la sartén, le damos unas vueltas y reservamos. Mientras se enfría, preparamos el acompañamiento. En este caso unas patatas que ahuequé con un utensilio que me regaló mi amiga Olvido.
En el momento de servir, sacamos los raviolis del congelador, ponemos sobre la mitad de los círculos, que harán de base,  un poco de relleno, por arriba unos trocinos de queso picado y tapamos con otro círculo. Tenemos que trabajar rápido para que no se descongelen.
En una sartén o plancha, bien caliente, con un poco de aceite, doramos por los dos lados los raviolis, con cuidado al darles la vuelta, para que no se rompan.
Servimos dos raviolis por persona, con el acompañamiento que se quiera, yo le puse un poco de salsa de mostaza y de tomate picante. Espolvoreé un poco de perejil picado.
Queda muy sabroso y sano.
Espero que vos preste.

PEZ DE BOLLERÍA HOJALDRADA

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Empiezo citando a un buen amigo: cuando la urgencia de lo inmediato te impide hacer alguna actividad que te gusta, lo aconsejable es tomarlo de la mejor manera, intentando ver lo positivo. Pues bien, apenas puedo dedicarle tiempo a mi cocina. Ni pasearme por las vuestras y detenerme a dejaros comentarios por todas esas exquisiteces que veo. Espero que podáis disculparme, no me gusta ser descortés e intento contestar y aprender de vuestras amables palabras, pero estos días me es prácticamente imposible. Así qué os doy las gracias por la paciencia y generosidad.
Hoy os dejo otra forma de bollería hojaldrada, bastante curiosa. Es del curso en la Escuela Agroalimentaria, impartido por Juanma López Campaña hace unos cuantos años.
A ver qué os parece.
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También un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España

¿Algo con más luz?

Preguntas al aire sin respuesta que revelan la incertidumbre que conceden los años


.¿Cómo podrán los árboles ser fieles todavía a estos hombres que cortan y dañan sus raíces? ¿De dónde sacarán ese verdor que eleva sus ramas florecidas? ¿De dónde tanto amor al suelo patrio? ¿Cómo respiraríamos sin sus fuelles divinos? ¿Y las aves? ¿Cuántos siglos cantando al borde del rocío? ¿Cuánta puntualidad para anunciar el alba y la estación precisa? ¿Por qué no son tan crueles como somos nosotros y nos pagan un día con la misma moneda? ¿Qué los hace volar; quién cruzar los océanos para tan corta vida? ¿Quién diseña sus alas y su hermoso plumaje? ¿Quién dirige su instinto para volver al seto y a los altos aleros en que anidan?

¿Por qué el mar nos ofrece sus peces sabrosísimos? ¿Qué le damos a cambio más que veneno y barro? ¿Cuánto soportarán sus libres olas ágiles antes de que agotemos su sal y sincronía? ¿Durarán sus columnas de púrpura y cobalto? ¿Veremos sin tardar su fondo a flor de tierra, sus sirenas atadas a un mástil de sequía? Como el fuego, ¿no existe en parte alguna mientras no lo encendemos? ¿O quema al otro lado de nuestra trascendencia? ¿Son sus llamas ahusadas o mis ojos muy necios? ¿Despreciamos su esencia; nos dejará privados de su soberanía?

¿Desde siempre hemos sido tan poco agradecidos? ¿Tanto orgullo nos honra? ¿No supimos jamás reconocer el bien ni ponderar lo humilde ni admirar la belleza sin herirla? ¿Qué restaría del ser si le extirpan su faz de prepotencia? ¿Qué fracción de verdad? ¿Cuánto de indecisión? ¿Desde dónde hasta cuando significamos más que un pétalo, una tizna o un grumo de granizo? ¿Hasta dónde nos cubre la mentira? ¿Sientes, acaso, tú grandeza, si te nombro? Cuando escribo estos versos, ¿te crees la luna llena? ¿Alumbrarías mis noches aunque no los escriba? ¿Prolongan tu presencia los hilos de mi voz? ¿Es menos perentoria tu carne que mi grito? ¿Quién nos dicta las formas de lo que no avistamos? ¿Hay algo con más luz que la poesía?

¿Y el sol, de dónde extrae su voluntad titánica? ¿Cómo se abre camino entre tanta penumbra? ¿Por qué ese sumo empeño en avivar las sombras? ¿Qué piedad causaremos mirados desde arriba? ¿Quién alimentará sus hornos insaciables? ¿Quién bruñirá sus rayos en cada madrugada? ¿Interrogo en exceso? ¿Presumo mi ignorancia? ¿Y mis incertidumbres satisfacen las tuyas? Nada conozco. Nada puedo afirmar como afirmé hace años. Quizás pretendo mucho en esta estancia exigua.





Elaboración:
Mirar bollería hojaldrada

Plegamos formando un triángulo al que le damos un corte que no llegue abajo, en el ángulo abierto. Pintamos con huevo y doblamos hacia arriba un pliegue del corte.
Volvemos a pintar con huevo y plegamos el otro pliegue, giramos  y hacemos un corte de un centímetro y medio, en los pliegues pegados, para hacer la boca.
Damos otro giro a la figura y hacemos otro corte en la parte central, de un centímetro y medio, para formar la cola y con las tijeras vamos haciendo pequeños cortes simulando las escamas, por toda la cola.
Presionamos en la parte de la cabeza, por arriba del corte de la boca.
Partimos al medio una cereza confitada y la ponemos en el lugar presionado, para hacer el ojo. Dejamos que la masa crezca aproximadamente el doble, pìncelamos suavemente con huevo batido y cocemos a horno fuerte unos 10-12 minutos.
Sacamos del horno y pincelamos, en caliente, con gelatina de manzana o bien con azúcar y leche caliente, en igual proporción.
A ver si vos presta


BOLLINES DE LA GÜELINA GLORIA, con chocolate (Muy fáciles)

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Para Gloria, la del Molín, de Arlós.
Hoy, desde cualquier rincón de mi casa, siento cómo braman las olas. El mismo rumor, los mismos lamentos, desde hace días... Un verdadero espectáculo. Cuando el Cantábrico muestra su bravura sobre la costa, es poderoso, incontenible, enorme. Pero me identifico con él, siento que pertenezco a su mundo o bien que forma parte del mío...
Hace frío, y tan  pronto llueve, graniza o sale un engañoso sol. Invita a tomar un chocolate calentín con una 'llambionada', así que  me parecen oportunas estas 'bollinas' muy fáciles que,  hace un tiempo, compartí gustosamente con la güelina Gloria y su familia. La güelina ya no está, pero quiero desde mi cocina recordar su receta y, así, rendirle un cariñoso homenaje. Va para ti, Gloria, la del Molín, la de Arlós, güelina buena donde las haya, que descansa en su rincón soleado, lleno de Luz y Paz. In memoriam.


Un poema de A. G. Ovies, recogido en Nadie responde, colección Esquio de poesía, Ferrol, 1996
(A Chusa, por su esperanza)
De qué nos sirve entonces
la memoria
si no tenemos fe ni percibimos
que hay algo por encima 
de nosotros
que nos lleva a soñar
lo inalcanzable.
Otra edad llegará
que nos despierte
y nos haga llorar
sobre el vacío, 
nos asome a su invierno
y a sus noches
de estrellas más lejanas
que el recuerdo.
De qué me vale entonces
esta voz
que nombra a veces
cosas tan queridas
y ahoga a veces
tragos tan amargos.
De qué tanta pasión
por habitar mi ser,
encontrar el silencio,
compartir ese eterno
momento en que la mar
parece que nos habla.
De qué sino para esperar
que en todo hay esperanza.
Foto del temporal, gentileza de José Ángel Charo

Para les bollines, necesitamos (salen muchas, yo congelo la mitad de la masa y está estupenda):
Con la mitad de la masa me salieron 30 bollinas

  • 3 huevos
  • 1 taza de aceite ( media de oliva y media de girasol)
  • 1 taza de leche
  • rallo de 1 limón
  • un chorro, generoso,  de anís
  • 3 cucharadas soperas colmadas de azúcar
  • 1 paquete y medio de levadura tipo Royal
  • harina común,  tamizada 
  • aceite para freír, la piel de medio limón y azúcar para espolvorear.

Para el chocolate, necesitamos (8 raciones):
  • 1 tableta de chocolate para cocer de 300 gramos
  • 1 litro y medio de leche
  • un cuarto litro de agua

Elaboración:

En un bol, ponemos los huevos, el aceite, la leche, el rallo de limón,
el anís, el azúcar, un poco de harina tamizada y la levadura, también tamizada y mezclada con la harina. Amasamos  y vamos añadiendo la harina necesaria
hasta formar una masa elástica, pero que se desprenda de las paredes del bol. Va a depender de la calidad de la harina.
Una vez que tengamos la masa, cogemos bolas del tamaño de una nuez grande, las ponemos en la mesa de trabajo y las aplastamos con la palma de la mano.
Ponemos abundante aceite en una sartén honda o en un cazo y dejamos que se fría unas pieles de limón, sin lo blanco del interior. Las retiramos y en empezamos a freír las bollinas, el aceite tiene que estar poco caliente, para que se hagan por dentro y se doren por fuera. Las vamos poniendo en una fuente en la que espolvoreamos abundante azúcar en la base y sobre ellas, en caliente.
Ponemos en un cazo grande el chocolate troceado, añadimos agua y colocamos al fuego, removemos para que no se agarre al fondo. Una vez que esté completamente deshecho, añadimos la leche y sin dejar de mover, 
esperamos a que hierva, a poco fuego para que se haga lentamente. Ya tenemos nuestra merienda.
Estas son las bollinas que hizo Gloria.
Os aseguro que no os defraudarán, se hacen en un momentín y si las metemos en un recipiente hermético, aguantan unos tres días estupendas.

¡¡¡Abrigaros y que vos presten!!!



ROSQUILLAS DE ANGÉLICA, fáciles

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Y siguen el frío, el viento, el mal tiempo. En la anterior publicación os contaba de los lamentos de la mar. Pero no esperaba que su desesperación fuese tanta, como para destrozar todo cuanto se encontrara por delante. En Luanco fue un auténtico desastre. Bares, cafeterías, restaurantes, casas particulares, mobiliario urbano, paseos... Una pena, sinceramente. Y así una noche y otra. Cuentan los marineros de la zona que nunca vieron nada igual. Menos mal que no hubo daños humanos, pero se me caían las lágrimas al ver la impotencia de las buenas gentes ante los desperfectos. Y eran las fiestas del Santo Cristo del Socorro... Mucho ánimo a todos.

La receta de hoy es de una compañera de los cursos de repostería, Angélica. Las preparó para merendar una tarde de clase y nos gustaron mucho. Tiene una casería y las hizo con nata de leche fresca, yo, sin embargo, utilizo nata de repostería. El resultado no es el mismo, pero están bien ricas. Otra de las compañeras, Elvira, me pidió la receta hace unos días y decidí hacer una pocas. Son muy fáciles. Espero que os gusten. Y quisiera decirle a Angélica que disfrute de su jubilación y que, no lo dude, que se echará de menos su presencia, por esa alegría y simpatía que le caracteriza. Te mando besos, amiga.

Éstas son las que llevó al curso.

Os dejo un poema de A. G. Ovies, recogido en TOCATA Y FUGA, Alvízoras llibros,Oviedo 2004

¡QUÉ SERÍA DEL DOLOR
si un hombre no llorase.

Existiría el adiós
y sus coches en marcha.

Tendría noches la luna
tan llenamente hermosas.

Tendría estrellas la noche,
a veces, tan humanas.

Elevarían los fados
sus grúas melancólicas.
Sonrojarían las rosas
su estar presente
apenas.

Merecerían los trigales los molinos
de viento
que Colinas realza.

Qué cantidad de negación
para omitir la ausencia-

Podría haberse marchado
Jacques Brel con su guitarra;

y yo esculpir en mí:   sin ti no importa nada?



Para las rosquillas, necesitamos: (con las cantidades que van entre paréntesis, salen 20 rosquillas grandes)

  • 3 huevos                                                    (1 huevo)
  • 1 taza de nata                                             (1 pocillo de nata, 90 gramos)
  • 1 taza de azúcar, escasa                             (un pocillo de azúcar escaso, 55 gramos)
  • 1 chorro de anís                                          (15 gramos de anís)
  • 1 chorro de vino blanco                              (15 gramos de vino blanco)
  • 1 sobre y medio de levadura tipo Royal       ( 10 gramos de levadura tipo Royal)
  • sal                                                               (un pellizco de sal)
  • harina tamizada, la que lleve hasta conseguir una masa que no se pegue a las manos
Aceite, una piel de naranja o limón y azúcar para espolvorear.


Elaboración:
En un bol vamos poniendo los ingredientes, el huevo, la nata, el azúcar, el anís,
el vino blanco, la sal, un poco de harina con la levadura y amasamos hasta conseguir una masa que no se pegue a las manos.
Formamos una bola y de la misma, unas bolinas del tamaño de una nuez grande.  Presionando sobre la mesa de trabajo, formamos un rulo que enroscamos y apretamos en los bordes para redondearlo. Ponemos aceite en un cazo hondo y lo rustimos con un  trocín de piel de naranja o limón. Vamos friendo las rosquillas, al principio caen al fondo, pero al ir friendo van subiendo y si ponemos pocas dan la vuelta. 
De no ser así, les damos la vuelta para que se doren por todas las partes. El fuego tiene que estar poco caliente para que se frían por dentro y por fuera. Las sacamos y las vamos poniendo sobre papel de cocina, espolvoreamos con azúcar en caliente.
Esperamos a que se enfríen y listas.
 Recuerdo que nuestra madre las conservaba en una pota, bien tapadas y con papel de estraza por abajo. ¡¡¡ Qué tiempos!!!
Las de Angélica.

Crujientes por fuera y esponjosas en su interior.


CASADIELLES DE TRUBIA, DE JUAN EL PANADERO

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Muchas gracias a Bea y su familia, por la receta.
Hoy se celebra en nuestra región el día de les `comadres´, esa fiesta que, en un principio, no quería más que otorgar a las mujeres, al menos por una tarde o una noche, los mismos privilegios de los que gozaban los hombres durante todo el año. Aprovecho la ocasión para publicar estes casadielles que tengo preparadas desde hace tiempo. La receta que me facilitó Bea, es de su padre que regentó varios años una panadería familiar. Como no me comentó si la terminación era al horno o fritas, las preparé de las dos maneras.
Es una masa estupenda, estira lo que queramos y no se rompe, pero es importante dejarla en reposo de un día para otro.
Espero que las disfrutéis, lo mismo que todas las mujeres asturianas esas reuniones gozosas. Que tengáis un feliz encuentro.


CON MIS PROPIAS CADENAS

Con mis propias cadenas mallé la libertad. Siempre soñé acceder a sus 
soberanías. La libertad es frágil y voluble. Rotunda y encendida. Como las 
dolorosas amapolas que surgen de repente en un verso sonoro de Antonio 
Gamoneda. Hay en la libertad tardes muy desoladas, con pinares ausentes y 
cielos invernales. Y pájaros oscuros que gravitan y rondan la decepción antigua 
del poeta. Es endeble y vidriosa. Como la decepción que tocó Gloría un día en 
sus títeres de agua y en sus mundos de fieltro y en su piel de muchacha 
afrutada y enferma. 
La libertad que habito me aísla de los credos y las filantropías. Me libra de los 
garfios y de algún que otro adeudo. Y me obliga a ocultarme de la realidad, me 
somete a un estado de inquietud y belleza. Es parecida a un ático con la luz de 
un domingo entre la brisa. Me recuerda al amor. A sus ojos inquietos. Libertad 
joven, limpia. Semejante a su pelo y a su blusa en aquellas hermosas 
primaveras. Es breve en ocasiones, caprichosa y tenaz, como ola de océano, 
como Nervo y Sabines, como Rulfo de un faro, como nube en verano que veloz 
cruza el mundo y anuncia una tormenta. 
Y me tiende sus puentes hacia otros corazones. Hacia otros semejantes que 
aman la independencia. Que no firman contratos ni tramitan usuras ni se 
venden ni asienten ni se ensucian ni arriendan. Mi libertad me afloja las riendas 
que no acepta, pero son necesarias para la forma humana. Y me asiste y está 
siempre entera conmigo, por mucho que jamás se la advirtiera. Me permite 
cruzar por la literatura y arribar en parajes que aún no están en libros. 
Preguntarle a Cernuda qué sabe del olvido, cómo reconocerlo, desde dónde 
hasta cuándo se extienden sus dominios, con qué voto ahuyentar su 
inminencia. 
Mi libertad es mía. Como la piel y el tacto y la mirada. Es una libertad 
intercambiable, huraña. Me aleja de presbíteros y de los dictadores, sus 
catervas y tretas. Me envejece y me amolda a su extraño carácter. Pero me 
contamina con sus infinitudes de albedrío y firmeza. Me consiente sondear los 
deseos imposibles, rechazar sus antojos. Saborear el pecado. Ausentarme y 
seguir hacia mí mismo. Observar las medusas que surcan la Odisea. Abrazar el 
suicidio de Goytisolo y Sylvia. Su eternidad bordeada de espliego y de 
ciclámenes. Su pasión por la vida, su sed de inexistencia. 
© Aurelio González Ovies 
La Nueva España (19-2-2014) 


Para les casadielles, necesitamos:

  • 150 gramos de aceite, les puse de oliva
  • 300 gramos de vino
  • 3 yemas
  • 200 gramos de mantequilla
  • 1 sobre de levadura tipo Royal
  • 1 kilo, aproximadamente, de harina
  • sal
  • aceite para freír
  • azúcar para rebozar
  • huevo batido
Para el relleno:
  • 1 taza de nuez molida
  • media taza de azúcar
  • una copa de anís corriente
  • media copa de agua
Elaboración:
Colocar todos los ingredientes en un tazón, empezando por los sólidos y mezclar bien, dejar reposar, mejor de un día para otro.


En una fuente se mezcla el aceite, el vino y una cucharadina de sal. Se bate. A continuación se agrega la levadura, las yemas de una en una,
y la mantequilla diluida, templada, poco a poco,   sin dejar de remover. Se va agregando despacio la harina.
Hasta conseguir una masa que no se pegue a los dedos.Se hace una bola, expolvoreamos un plato con harina y colocamos la masa que taparemos con un paño ligeramente humedecido. Dejamos reposar en la nevera al menos 12 horas.
Pasadas éstas, extendemos la masa y la cortamos en pequeños cuadrados, yo me ayudé de una tapa para que me saliesen de la misma medida- colocamos una cucharadita del relleno, doblamos, pintamos con huevo batido y volvemos a doblar.
Presionamos con un tenedor en los bordes y sobre el doblez y les damos la vuelta. Ponemos abundante aceite en un cazo profundo y las freímos de pocas en pocas. Vamos colocándolas sobre papel de cocina.
Para las cocidas, pincelamos con huevo batido, colocamos en horno precalentado a 180º y las dejamos cocer, unos 15 minutos.
Las que teníamos fritas, las rebozamos en azúcar,  a las cocidas, las expolvoreamos con azúcar glass.

¡¡¡¡Y a disfrutarlas!!!!
¡¡¡Que vos presten y buen día de les comadres!!!

TARTA DE LA CAZONERA, CARDO (Con patatas)

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Hoy una receta de las de toda la vida en la Cazonera, casa de mi amiga Ana, en la parroquia de San Martín de Cardo, en Gozón. Es la tarta que se preparó siempre para las fiestas. La hacían por triplicado y así tenían tres hermosos postres con los que agasajar a los muchos invitados que siempre se reunían para celebrar el patrón. Lo de utilizar patatas en el relleno me parece muy curioso. La preparé tal cual, aunque la almendra se la puse casi en granillo, para encontrar trocinos, pero la próxima que haga la trituraré más, fiel a la receta. Gracias Ana, está muy rica.


Un texto de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España, 5 de Marzo 2014


Me siento a contemplar esta tarde tranquila de domingo que acaba. Son las seis, pero advierto que oscurece de pronto. Los magnolios quizá no sientan como yo esta luz fugitiva y tan escasa. La ciudad es la misma que cruzo día a día, pero un sigilo extraño la dota de una falsa perspectiva. Todo en mí pide voz. Hoy respiro palabra. Regresa una familia del campo con su perro y sus niños. Traen cestos con berzas y ramos de narcisos. Traen bolsas con restos de comida, con mendrugos de pan y trozos de empanada. Los pequeños, manchados de verdín, han caído rendidos. Recuerdo cómo huelen estos lentos domingos de primeros de marzo. Algo vuelve a punzarme entre la realidad y los hilos del alma.
Todo en mí es tosquedad. Desconozco qué soy, la piel que me acoraza. ¿Si mis ojos miraran de manera más agria este cielo que ofrece matices tan humanos, me dolería la vida tan hondo como ahora? ¿Me dan significado estos prunos floridos que, tal vez, menoscabe una nevada? ¿Perduran frente a mí? ¿Si no viera belleza en todo lo que observo sería menos intenso el necesario adiós? ¿Qué percepción mantengo de cuanto me rodea? ¿Por qué no entiendo el todo sin atisbar la nada?
¿Qué les duele a mis manos cuando rozan tu carne? ¿Qué tocan, como temblor de otoño, disperso por tu espalda? ¿Qué habita en ti tan parecido al humo? ¿Por qué te auguro lejos? ¿Eres acaso el tiempo que no he de concluir? ¿Si no estuvieras tú, la oscuridad cabría en lo ancho de la noche? ¿Cuánto dilataría la distancia? ¿Soy sin ti lo que no sé que soy? ¿Me marcaría tanto tener que abandonar los lindes de tu nombre? ¿Tener que no escuchar tu gozo entre el fulgor de la mañana?
¿Y mi boca, qué halla protegido en tus labios? ¿Cuándo sale a tu encuentro, qué la lleva hacia ti? ¿Qué le dicta en silencio tu pasión a mi ser? ¿Con qué fuego lo llama? ¿Cuánto te debo en todo? ¿Por qué no advierto el día antes de comprobar que sigues a mi lado? ¿Qué me impide desgranar lo presente sin más temor ni más desesperanza? ¿Quién me enseñó a evocar antes que a poseer? ¿A perder lo que aún no ha acaecido, a añorar lo que ni he disfrutado? ¿Cuánta melancolía derrocho a cada instante? ¿Por qué si estás aquí presiento que me faltas? ¿Es negación total, es perspectiva falsa?

Para la tarta, necesitamos:

Para la masa

  • 1 huevo 
  • 2 cucharadas de anís
  • 1 cucharada de margarina
  • 1 cucharada de azúcar
  • la harina necesaria para formar una masa
Para el relleno
  • 2 patatas cocidas medianas
  • media copa de anís
  • una cucharadina de vinagre
  • una cucharada de levadura tipo Royal
  • rallo y zumo de 1 limón
  • 1 cucharada de manteca o margarina
  • 80 gramos de almendra molida ( se la puse picada gruesa)
  • 80 gramos de coco rallado
  • 4 cucharadas de leche
  • 2 huevos, las claras a punto de nieve
  • 6 cucharadas de azúcar
Elaboración:

Ponemos el huevo, el anís, la margarina deshecha y el azúcar, mezclamos y añadimos poco a poco la harina necesaria para formar una masa elástica.   Estiramos en la mesa de trabajo enharinada.
Forramos un molde con papel de cocina húmedo para que se adapte mejor (este truco se lo vi a a mi a miga Nieves, del blog Dulce y salado) Ponemos  la masa y retiramos el exceso de los bordes.
En un bol ponemos todos los ingredientes del relleno, menos las claras, que añadiremos después. Las patatas, se pasarán previamente por el pasapuré.
Mezclamos bien. Batimos las claras a punto de nieve y mezclamos suavemente el conjunto.

Ponemos sobre la masa, dejando más o menos un centímetro y medio libre de relleno, en el borde ya que al cocer crece. Cocemos en horno precalentado a 180º, primero una media hora por abajo solamente y luego un cuarto de hora más por arriba y por abajo.
Pinchamos para comprobar que está bien cocida. Ponemos sobre rejilla, transcurrido un tiempo quitamos el molde, el papel y dejamos que se enfríe del todo.
Original, poco dulce y suave.



MORENA de la güelina Atilana

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Hoy una receta de las de toda la vida, aunque yo la desconocía. Me llegó gracias a Geli, una amiga del concejo de Ribera de Arriba. Su güelina Atilana la preparaba siempre que alguien de casa se encontraba un poco enfermo o a los pequeños cuando estaban inapetentes, así garantizaba alimento sin esfuerzo.  Por eso su madre y ahora ella siguen preparando esta rica cazuelina. Y también yo la pienso tener en cuenta, es deliciosa, poco dulce y muy agradable al paladar. Es de las recetas que me gusta incluir en este blog, en memoria de estas sabias mujeres que, con tan poco, hacían la delicia de los suyos. Gracias, Geli.

Foto: Está será la foto de portada de L.R.T por una temporada, en homenaje a Gustavo y a Vicente por su compañerismo, valentía, gallardía, humanidad y sobre todo por jugarse su propia vida para socorrer al patrón de pesca del Santa Ana.
Un homenaje a estas personas de la mar que también arriesgan y dan todo por nada. Tras el triste naufragio en el Faro de Peñas del arrastrero portugués Santa Ana, marineros valientes de mi concejo lograron salvar  la vida a un tripulante, aún sabiendo que podían perder la suya. Va por vosotros, Gustavo y Vicente. Infinitas las gracias por vuestra generosa humanidad. Descansen en paz los que ya navegan en aguas tranquilas. (Foto de Luanco recuperación de tradiciones)
Dejo un poema de A. G. Ovies
Extensión de belleza

pgorrion.jpg

Y se quedó mirando el mundo

desde arriba,

antes de encaminarse a la espesura

inmensa.

¡Qué perfección más triste!

¡Qué extensión de belleza!




Para la morena necesitamos:

  • 2 cucharadas de azúcar
  • medio litro de leche
  • 1 huevo entero
  • 1 cucharada de harina
  • 1 chorretón de agua fría
Elaboración:

Requemamos el azúcar hasta dejarla en forma de caramelo claro.
Dejamos enfriar. Aparte, en un bol o jarra ponemos la harina, el huevo, el agua y un poco de la leche y removemos bien hasta que no tenga ningún grumo. 
Completamos con el resto de la leche, removemos y colamos por si quedase algún grumo de harina.. Ponemos el líquido resultante en el cazo sobre el caramelo y  dejamos a fuego lento, removiendo sin parar hasta conseguir una crema fina, aproximadamente unos 12 o 15 minutos.
Colocamos en cazuelinas y tomamos templada o fría. A mí me gustó templada.
Geli me decía que quedaba una capa por  arriba deliciosa y no se equivocó, está muy rica.
¡¡¡A ver si vos presta!!!

MANTECA: ELABORACIÓN CASERA

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Ya se acerca la Semana Santa. El tiempo vuela, sin duda, vuela. Cada año me parece que los meses duran menos... Y como pronto nos pondremos manos a la obra con los dulces típicos de estos días, en mi concejo vamos preparando la rica manteca para la elaboración de las diferentes marañuelas o bollos. Algunas amigas me pidieron que publicase su proceso. La preparo como siempre la vi hacer a nuestra madre. Lo más importante es disponer de una leche de vaca de excelente calidad, en abundancia, al menos de unos 50 litros, hervidos en varias tandas, para conseguir una manteca que merezca la pena.
Os dejo las marañuelas que tengo publicadas:
http://conlaluzdemicocina.blogspot.com.es/2013/09/maranuelas-de-candas-receta-de-una.html
lhttp://conlaluzdemicocina.blogspot.com.es/2012/04/maranueles-de-la-guelina-de-copepi.html
http://conlaluzdemicocina.blogspot.com.es/2013/03/maranuelas-de-los-70-de-charo-el-chalan.html
http://conlaluzdemicocina.blogspot.com.es/2011/02/maranuelas-de-gozon.html
http://conlaluzdemicocina.blogspot.com.es/2012/03/maranuelas-de-manzaneda.html

Y Los bollos:
http://conlaluzdemicocina.blogspot.com.es/2011/04/bollos-de-maranuela.html
http://conlaluzdemicocina.blogspot.com.es/2011/02/bollos-de-maranuela-de-claras.html
Con pan y mermelada
Con tortos y miel.
Y ya cocida.
Y un texto poético de A. G. Ovies, publicado en La Nueva España:
Desde mi corazón



Las cosas que ha dejado la vida en mi fuero interno

 Caben en mi corazón tantas verdades como tus labios me ofrezcan. Tantos sueños como sueñes, tanto amor como me infundas, tanta paz como me tejas. Mi corazón hoy es amplio como un caserón antiguo y en sus altas estancias eternizo lo efímero y basculo las cargas que me dañan y pesan; y olvido los recuerdos amargos de mi vida y pongo al aire libre el dolor de sus fechas. Mi corazón es diáfano como un verano quieto y un día de la infancia. Desde él miro a menudo el rastro de mis seres, su frío y sus estrellas.

Caben en mi corazón los versos que he vivido y los que nunca hubieras imaginado tú, porque fueron silencio y los cruzaste a tientas. Caben todos los nombres que alguna vez dejaron en mí alguna estela, aunque fuera de herida o de suma tristeza. Los nombres que sonaban en mi casa, frecuentes, que compartían conmigo la fruta, el pan, la cena. Los momentos hermosos, en los que somos dioses y no nos falta nada y de por sí razonan la existencia: unos rayos de sol, una palabra fiel, un árbol, libertad y la grata emoción de sentirse en la tierra. Mi corazón es manso como un lago de afecto y allí fueron varando circunstancias y cuerpos y voluntades y épocas.

En él preservo aquellas lejanas ocasiones que brillan como perlas. Y recorro de pronto distancias insalvables que la realidad no me brindó o me veta. Me acerco a los distritos que recorrí y conozco. Me reciben los brazos de mi madre. Y me peina y sonríe. Me acaricia y me besa. Y se diluye todo. Y toco su ceniza como cal primitiva. Como luz que protege aún después de muerta. Regreso a los confines donde era mío el mundo. Me huelen los paisajes a esa fe silvestre que nunca más germina ni nunca más se encuentra.

Mi corazón florece cuando te necesita. Porque es humano y terco. Y a lo que huye, se aferra. Asume lo presente. Pero añora y ansía con más pasión y fuerza. Mi corazón es tuyo. Adéntrate despacio, transita sus pasillos. Percibirás tu sombra en toda su llanura y su franqueza. En todos sus recodos advertirás vestigios de cuánto estás en mí. En él avistarás cuántos pálpitos tuyos pulsan en mis latidos. En él descubrirás cuántas veces te llamo, aunque no te pronuncie ni te piense siquiera.

La manteca de mi familia de Cirieñu.


Para la manteca, necesitamos:

  • leche fresca de vaca


Ponemos a cocer la leche bien colada, muy despacio y con cuidado que no hierva y se derrame. La separamos del fuego y la dejamos enfriar en el mismo cazo que la hervimos. Una vez fría, con una espumadera, retiramos la nata que se forma en la superficie. 
Repetiremos esta operación con más leche hasta conseguir un buen bol de natas, Se conservan, perfectamente cerradas, en la nevera.

Cuando tengamos al menos medio kilo, las batimos bien con cuchara de madera (ahora se baten con las varillas de la batidora y quedan muy bien) Hasta que se separe bien todo el suero y quede solamente la materia grasa. Apretamos bien la manteca obtenida y la lavamos bajo el grifo, a la vez que la seguimos apretando para que quede bien limpia. El agua tiene que estar fría.
Formamos una barrina y le damos la forma que queramos, yo le hice unos dibujinos con la parte de atrás de una cuchara de postre.
Si la queremos cocida, se pone la pastilla obtenida al fuego, también despacio, hasta que hierva y se deja cocer lentamente. Aquí cocí la que preparé, más otras tres.
Nuestra madre, ponía una corteza de pan duro por arriba para que recogiera toda la espuma. Cuando tenga un color dorado y esté bien transparente, estará cocida. La dejo unos 20-30 minutos. La colamos bien  después de unos cinco minutos fuera del fuego, para que no se rompa el frasco.
Y ya tendríamos lista nuestra manteca cocida. Con la mantequilla industrial que se vende, también queda bien, pero, claro, no es lo mismo. Tenemos que tener en cuenta que la nata mengua mucho hasta convertirse en manteca y que la manteca, al cocer, vuelve a menguar otra vez, bastante.

A ver si os sirve la receta. Besinos a todos.

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